miércoles, 30 de diciembre de 2009

Mi madre / Inarrugable


INARRUGABLE


E
n algún punto de mi niñez, mi madre tuvo un vestido blanco de terylene.
Es curioso como a pesar de los años, ese vestido permanece incólume en medio de los grises ocultos en cada vericueto de la memoria. Se veía linda mi madre con su melenita corta, pañuelito al cuello y el plisado pulcro de la nueva tela que hacia furor en aquel entonces. Yo solía admirarla de reojo durante las caminatas domingueras que realizábamos desde nuestra casa, situada en calle Herrera, hasta la Quinta Normal.


Todo el trayecto por avenida Portales, era una fiesta de apronte infantil a lo que vendría después, al cruzar el umbral de la Quinta y entrar a ese terreno encantado que marcó los años de mi niñez y de de mis hermanos. Una vez traspasado el límite, nuestros saltos y carreras no cesaban hasta llegar a la orilla de la laguna. Ese era el lugar preferido de ella para sentarse a mirar los botes que se deslizaban sin ningún prejuicio sobre el agua verdosa del estanque artificial.

Así la recuerdo…callada, sentada junto a él (¿cómo se llamaba él?), la hermana menor aún entre sus brazos, tranquila, en el asiento de madera mirando el entorno como si quisiera empaparse de la placidez que la rodeaba. Tan confiable su presencia, como cierta su ausencia. La inocencia infantil no sabe leer los miedos, los ademanes inciertos ni la palabra torpe. Para nosotros, mi madre era sabia, buena y feliz, cómo no, si era tan linda, tenía que serlo de todos modos.

La vuelta a casa solía transcurrir en silencio, como respetando la agonía de una tarde que ya no volvería a repetirse hasta una o dos semanas más. A mí - como hermana mayor - más de una vez me perturbó la tristeza de mi madre al volver a casa. Niña al fin, lo atribuía a una acción solidaria y tan infantil como la nuestra: seguramente, a ella también le disgustaba dejar ese mundo de juegos y aventuras al por mayor. Mas, no había que afligirse: el tiempo pasaría rápido y ya volveríamos a disfrutar de otro domingo en familia. El cumplimiento de una rutina suele dar seguridad a nuestras perspectivas. Lo angustiante sobreviene cuando ella se quiebra.

Un día cualquiera, sin numeral preciso, mi madre no volvió a casa y nosotros, sus cuatro hijos, buscamos en vano los recuerdos necesarios para sobrevivir a su falta. Recorrimos cada vez que pudimos, la ruta de la infancia, con la secreta esperanza de recuperarla allí, en algún recodo manchado de incertidumbre. Nunca lo logramos. Cada vez que creímos verla, ella se desvaneció frente a nuestra angustia, apurando el ondear de su vestido blanco.

Mi madre temía a los gritos, a los insultos, a la pobreza y a las arrugas; tal vez por ello se negó a que la viéramos envejecer y se marchó en busca de un barquito de papel que la remontara por unas aguas más tranquilas.

No fue sino hasta lo inevitable que volvimos a verla. Mejor dicho, volví, porque ninguno de mis hermanos fue capaz de ir a reconocerla a la morgue de la posta tres. Aún recuerdo el sonido del metal al deslizarse la bandeja con su cuerpo exánime. Mi madre estaba allí, enjuta, helada y dura, pero, tan placida como si durmiera una reponedora siesta de domingo. No tenía su vestido blanco ni ropa alguna. Le acaricié la frente con cuidado, rogándole que me disculpara por no haber podido encontrado a tiempo y por no haber comprendido su ruego sin palabras. No me respondió. Estaba dormida.


Fallé otra vez. Por más que busqué, me fue imposible encontrar una prenda de terilene. Hube de reemplazarlo por lienzo blanco y un discreto pañuelito de colores. Se veía linda mi madre. Siempre lo fue.



De vez en vez, vuelvo a pasear a la misma Quinta de aquellos años. Todo parece permanecer igual a pesar del ruido de los motores en la avenida, la algarabía de los escolares y lo sucio del aire. La laguna está más pequeña (o mas bien, yo estoy más grande), y los botecitos siguen jugando al marinero con las risas de los niños y el recuerdo de los adultos. Yo me siento en el mismo sitio que lo hacía mi madre y desde allí juego a buscarnos y encontrarnos, ella y yo, entre el gentío, las ramas de los árboles, el chapoteo de los remos, y también, entre los pliegues desarmados de mi vestido blanco. Ya no los hacen como antes.



Amanda Espejo
Quilicura, 27 / Octubre / 2009

lunes, 30 de noviembre de 2009

Mi premio / Libro Centenario



El sábado 28 fui a recoger mi "premio", mejor dicho, mi regalo por haber sido seleccionada en la convocatoria RELATOS DE COLECCIÓN, que organizó en Museo de Bellas Artes y Celfín Capital.
El caso es que el relato no salíó en ninguna parte, y claro, fuimos muchos y muchas las despistadas que creímos que "algunos" se podrían leer en el libro. Gran error, y previsible, además, ya que un libro de ese tipo no suele compartir espacio con aprendices de escritores. No queda más que agradecer mi suerte, igualmente, ya que el libro es muy bello, y como desquite, pondré mi cuento TESTIMONIO - basado en la serie fotográfica CAUTIVAS, de Jorge Branmayer - en la MANCHA 15/UNO, la cual estoy diagramando de cabeza. Por lo menos allí me sacaré el antojo de verlo en papel.
De todos modos, estoy feliz... se ve lindo mi libro en mi librero recién adecuado.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Mi cuento / Mi propia poesía


MI PROPIA POESÍA


Justo en medio del jardín, debajo de una improvisada tarima, el maestro Julio daba los últimos aprietes al futuro escenario. Por entre los travesaños del entramado vio acercarse con paso nervioso a la dueña de casa, la señora Gloria, su patrona.
-¿Falta mucho maestro Julio?, me tiene Ud. sufriendo de ansiedad y ya están llegando los invitados.
-Casi nada Sra. Gloria, cinco minutos y ya estoy listo.
-¡Oh, por fin! – exclamó aliviada –. Venga luego a la casa para pagarle.
Y se encaminó presurosa al encuentro de las personas que iban llegando.
-“Por fin también digo yo – pensó él - , como si no quisiera haber terminado hace rato...”
A Julio, este trabajo le había caído de extra, y si bien tuvo que realizarlo después de su horario normal, tampoco podría haberse negado. Primero, porque la Sra. Gloria era la esposa de su patrón, y segundo, por necesidad: él no podía darse el lujo de rechazar ningún “pololito”.
Se incorporó despacio para no sentir la cuenta que su cuerpo de casi sesenta años le estaba cobrando y se encaminó a la cocina. Le abrió una mujer joven, vestida con un impecable uniforme azul y blanco.
- Buenas noches señorita, ya terminé. La Sra. Gloria me dijo que pasara por aquí.
- Sí maestro, aquí le tengo su sobre.
Aprovechando el buen tono de la mujer, se atrevió a comentar :
- Bien elegante la fiesta, ¡hasta con escenario!
- ¡Ah, si! – exclamó la joven – Es que no se trata de una fiesta común. La Sra. Gloria pertenece a un círculo literario y como anfitriona le gusta deslumbrar. Hoy celebran una tertulia, y el escenario, como dice Ud., es para lograr el ambiente necesario de cada relato o poema.
- ¡Mire pues! – asintió Julio moviendo la cabeza – Todo esto para leer poesía... bueno señorita, gracias y hasta luego.
Se despidió guardando el esperado sobre en el bolsillo interior de su casaca. Mientras caminaba hacia el paradero de micros no pudo evitar seguir viendo el hermoso jardín, adornado con unos candelabros de fierro envejecido donde ardían unos velones gordos, importantes, de color y olor a miel. Sobre la tarima que él construyó se habían dispuesto unos arcos de flores simulando una pérgola, y en las esquinas se mecían al vaivén del viento, unas cortinas de gasa en color natural, como derramándose por sus pilares.
-“Todo eso para leer poesía... - repensó –. Subió a la micro y después de un buen rato de ir colgando, pudo conseguir al fin un asiento donde se desplomó agotado. Generalmente, se dormía en un dos por tres y como si su cerebro tuviera una alarma, se despertaba justo una o dos cuadras antes de su bajada. Sin embargo, esta vez no pudo dormirse. La visión del hermoso cuadro presenciado le recordaba el concepto “poesía”, y esta palabra se repetía en su mente cual una fórmula mágica que lo arrastraba hacia el pasado.
- “Alguna vez, yo también supe de eso.” - Y retrocedió por un túnel dentro de sus recuerdos hasta encontrarse a sí mismo convertido en un niño de unos diez años o algo más. Estaba llegando de la escuela y corría emocionado en busca de su madre.
- ¡ Mamá, mamita, mira lo que te traje! – Su madre le había abrazado y después de estampar un besote sonoro en su carita, le decía: ¿Qué cosa mi niño, acaso es un regalo?
- Sí mamá, es un regalo y se llama poesía. Hoy me la aprendí para ti.
Con las mejillas arreboladas, había sacado un papel del bolsillo de su overol gris y entregándolo a su madre, le decía: escucha, se llama Obrerito, es de una poetisa chilena, Gabriela Mistral y me la aprendí de memoria.
Y con sus ojitos brillantes recitaba: Madre, cuando sea grande, ¡ay, que mozo el que tendrás! Te levantaré en mis brazos como el viento alza el trigal. Yo no sé si haré tu casa, cual me hiciste tú el pañal, o si fundiré los bronces...

- Señor, ¿Me permite el asiento por favor? - La voz firme trajo a Julio al presente.
Después de hacerse a un lado para dar paso al pasajero, sus recuerdos llenaron el espacio donde se encontraba. Recordó cómo, poco a poco, la vida le fue robando sus sueños. Las promesas hechas a su madre se cumplieron sólo en parte. La repentina muerte del padre le obligó a trabajar siendo aún un muchacho, y su escuela, cuadernos y un posible futuro profesional se perdieron entre carretillas, ladrillos y mezcla de cemento. Sus libros los cambió por la música, eterna compañera en sus jornadas de trabajo. La lectura se fue reduciendo al sencillo acto de ojear un diario, ya fuera suyo o prestado, el que nunca faltó entre sus compañeros. Aunque en algún fugaz momento había pensado retomar los estudios, esto siempre fue postergado, ya por su casamiento, ya por los tres hijos o porque ellos pudieran estudiar todo lo que él no pudo.
- “Es linda la poesía, pero esquiva con los pobres... al final, pinta mundos que no son nuestros.”
Volviéndose hacia la ventanilla, se dio cuenta que su viaje terminaba.

Al bajar, todo el cansancio acumulado le cayó sobre los hombros haciéndole sentir más disminuido aún. Tan sólo dos cuadras más, y ya estaría en casa.
- ¿ Qué habrá preparado la vieja? – se preguntó, al tiempo que su estómago lanzaba extraños ruidos en señal de protesta por el largo ayuno obligado.
Mientras abría la reja de su casa, una vocecita tierna lo salió a recibir:
- ¡Tata, llegó mi tatita! – gritó una pequeñita de tres o cuatro años que, veloz, trepó a sus brazos y se colgó de su cuello
. - Sí mi preciosa, llegó su tata, dígame... ¿quién es mi encanto? ¿Cómo se llama el capullito del tata? Y mientras la besaba, la llenaba de ternuras. ¿Cómo se portó la más linda de todas las niñas?
- Bien, ¡muy bien tata! Pero no quería comer sin que tú llegaras.
Al entrar al comedor, Julio miró a su mujer que medio asomada en la cocina, le anunciaba:
- La Rosita te está esperando, así es que siéntense “altiro” que voy a servirles.
Un olor tentador anunciaba lo sabroso de la comida que le esperaba y ese placer anticipado le borró todo el cansancio y le levantó el ánimo.
Dejó a la niña en el suelo y observando atentamente su carita sonriente y sobre todo, el cariño con que ella lo veía, lanzó una risa contenida, diciendo para sí:
- ¡Qué escenario, qué de velitas!... Que disfruten su poesía todos esos poetas. Yo, en los ojos y en la risa de mi niña, tengo el canto de la vida .
Y alargando su mano hacia la niña dijo: ¡Ya mi princesita, vayamos a la mesa!


FIN

Amanda Espejo
Cuento mención honrosa en el 17° Concurso Recordando a Gabriela y Pablo

domingo, 25 de octubre de 2009

Mi homenaje / Aquí y ahora


Concurso de poesía Victor Jara


AQUÍ Y AHORA



Aquí no cuenta el lugar
la lengua, la raza
o el color de la bandera.
Menos aún,
el vaivén de la balanza
desde derecha a izquierda.

Aquí, lo que aterra es el gesto
la cobardía del acto
la degradación del SER
y el poder ilimitado del sin-sentido.

Aquí, paloma...
un Hombre canta, crea, ama.
Aquí, ¡ay, ay, ay!...
un hombre troncha, ciega, mata.

“Hoy te recuerdo Víctor
con tu voz y tu guitarra,
a treinta años de tu falta
permanece tu palabra.
En callejuelas mojadas
sigue buscando la Amanda,
sigue durmiendo el negrito
mientras la madre trabaja”.

.....y el sol brilla... brilla... brilla.



Amanda Espejo
Quilicura/ febrero/ 2009

Este texto quedó seleccionado para conformar una antología en la convocatoria que muestro a continuación. Desde la fecha de ese correo han sido innumerables los mensajes que he enviado para que se concrete lo estipulado con respecto al envío del diploma. El señor Eduardo Jopia tiene oídos sordos a todo lo que sea cumplimiento y seriedad en esta clase de eventos y deja muy mal puesto el nombre de Centro Chileno-Argentino.
Eso. Quería compartir este sentimiento de desagrado. Como dice el texto, yo también sigo esperando.



Mostrar detalles 23 mayo 2009


Estimado Poeta:
Nos dirigimos a usted para informarle que el jurado de selección del Concurso Homenaje a Víctor Jara lo ha seleccionado con su poesía para conformar dicha Antología, por ello a los que vive en la Argentina específicamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o la provincia de Buenos Aires lo invitamos a recibir su diploma de haber sido seleccionado para el libro que se editara y presentara en el mes de septiembre de 2009 en esta Ciudad. Es el mes en que Víctor Jara naciera y fuera asesinado por los golpistas de 1973 en donde lo recordaremos, por ello lo invitó a recibir su diploma que le sera entregado el día 2 de junio de 2009 a las 18 horas en punto en el Salón de la Provincial del Congreso Nacional de la República Argentina sito en la calle Hipolito Yrigoyen 1849 (entrada, rogamos venir con documento a usted y sus acompañantes). Esperamos conocernos personalmente, y los que vivan en el interior de la Argentina o en el extranjero se lo enviaremos vía correo por lo cual rogamos enviarnos su dirección postal y contestar nuestro email.
Saludo a usted muy atentamente

Eduardo Jopia
Secretario General
Centro Chileno Bernardo O´higgins
El decano de los Centros en la Argentina
Fundado el 7 de Agosto 1943
Tel 4306-0923 Cel 1559275915
e-mail optativo: centrochilenobernardoohiggins@gmail.com
http://ccbohiggins.blogspot.com

sábado, 10 de octubre de 2009

Mi cuento / El brazo


EL BRAZO



Si no fuera por el golpeteo de los dedos contra su muslo, se diría que la mujer de rostro ladeado hacia la ventanilla iba dormida. Sólo su mano por alguna razón, se negaba a estar quieta. Tal vez, el traqueteo del bus le sugería una especie de ritmo y no era la primera vez que parte de su cuerpo tomaba decisiones propias.

“La ventanilla es como una cinta de celuloide”, pensó. Afuera una pareja de jóvenes se apretujaban sin pudores arrimados a un poste de luz. Un estremecimiento le recorrió las piernas al observarlos. Algo tembloroso entre placentero y molesto. De pronto, deseó con vehemencia estar abajo, en medio de la cinta imaginaria que corría sin discriminar personajes ni actitudes.


Bruscamente, algo cortó la monotonía de su viaje. Un brazo rotundo, nervudo y masculino se afianzó en el fierro superior, un paso más adelante que el asiento de ella. Un vaho de aire caliente se filtró por la ventanilla entreabierta y se le pegó en el rostro. Entonces pensó que iba a enrojecer y que todos se darían cuenta de que algo le estaba pasando, algo que la ponía fuera de control.


¿Qué tenía que ver el brazo con eso? Su mirada buscó la mano. No era delgada, por lo tanto, sus yemas habían de ser de una blandura cálida, tal como de pronto, le pareció el asiento bajo sus posaderas: en ese instante lo sintió mullido y caliente, sobre todo, caliente. Desesperada, comenzó a moverse suavemente al compás que insinuaban las ruedas del bus.


- La culpa – urdió - la tienen las yemas suaves y cálidas que adivino en ese brazo desconocido. Son ellas las que han bajado hasta aquí, se han introducido entre mis piernas, han hurgado y provocado este desborde de humedades que empapa mis ropas. Ahora se deslizan, se resbalan por cada uno de mis pliegues en busca de ... y allí lo tienen. Ya lo encontraron y se prenden a él delicadamente, yema contra yema, lo perciben, despacio, lo tantean tan exquisitamente, que el resto de mi sexo se muere de envidia. Quiero que me toquen por todos lados. Que refrieguen su blancura contra mi rosa. Que adivinen mis sensores. Que los palpen... que no me suelten hasta que me pueda frotar en el asiento lo suficiente y ...¡oh, maravilla!, ya viene. Una última acelerada con el ronquido preciso para esconder mi gemido y... ¡Ahora!


Un salto provocado por el camino la dejó sudada hasta la raíz del cabello. El calor no abandonaba su rostro y amenazaba con inundar sus senos, los que erigían sus pezones hasta hacerle doler. Haciendo un esfuerzo sacudió su cabeza arreglándose el pelo. Mitad certeza, mitad imaginación, sobre la línea que demarcaba el brazo vio unas pestañas oscuras velando un ojo que ella sabía clavado en cada centímetro de su cuerpo. Una extraña emoción la embargó...


El tiempo le jugaba en contra. Sin pensarlo se puso de pie y avanzó por el pasillo acercándose al causante de su alboroto. Sintió placer mientras su cuerpo se abría paso por lo apretado del gentío; disimuladamente, se paró tras el portador del brazo y se dejó llevar por el balanceo propio del bus. Queriéndolo, su vientre rozó sin vergüenza las caderas del hombre y su trasero. Ella, audaz como el más experto de los acosadores se mantuvo allí sin atreverse a respirar. Lo imaginó desnudo...el resto de su cuerpo tenía que ser duro y suave a la vez. En ese instante, se dio cuenta de que estaba harta de vivir en base a fantasías y que de una vez por todas quería ser la protagonista real de una de ellas. Esto le dio nuevos bríos y con un último refregón sobre la espalda del hombre se deslizó hasta la puerta de bajada. Él la seguiría, estaba segura. Su invitación había sido inequívoca.


Una vez abajo no fue necesario que volteara para confirmar su presencia. Caminó de prisa, sin exagerar, segura de sí misma y moviendo las caderas a modo de señuelo para el cazador mientras la fricción de sus piernas, una contra otra, provocaba temblores en sus muslos.


La calle siguiente desembocaba en una especie de peladero; hacia allá dirigió sus pasos. Caminó hasta dejar atrás la última casa y buscó el rincón que le pareció más protegido antes de parar su carrera. Tampoco fue necesario que se volviera. El ruido de los zapatos rascando la gravilla duró exactamente diez segundos más antes de detenerse tras su espalda. Ella cerró los ojos y aspiró una bocanada de aire tibio en busca del aliento necesario para proseguir. El resto no corrió por cuenta de ella. La violencia de una mano sobre su hombro la enfrentó de bruces con su realidad.


-Putas, vieja, para el hueveo ¿ya? Te iba a pedir unas pocas monedas, pero me choreaste y ahora te va a salir más caro. ¡Dame la cartera! Y el reloj y la cadena.


Un muchacho encorvado y ojos extraviados no esperó a que se despojara de las cosas: se las arrebató a tirones, casi a la par que hablaba.


Paralizada como estaba, ni siquiera sintió los pasos del agresor al retirarse.


Trató de caminar pero no pudo. Estaba agotada y pisoteada hasta la última fibra de su dignidad. Mejor esperaría un poco hasta que se secaran la humedad de su entrepiernas y la burla de una noche en que ella no sería la heroína de ninguna historia.



FIN


Amanda Espejo
Publicado en Cuentos Eróticos
LA NACIÓN DOMINGO


miércoles, 23 de septiembre de 2009

Mi despertar / No cantaron




NO CANTARON...


H
oy, los pájaros no han cantado... y el nuevo día no quiere amanecer, (le cuesta) .
El alba ha cerrado sus ojos y remolona, se acurruca en su lecho vuelta de espaldas al sol.

Ha cerrado sus oídos al ronquido de los motores y se niega a escuchar cualquier tipo de llamado, orden o ruego. Ella sólo aguarda una señal: y es el canto de los pájaros.

Hoy, el día en ciernes no sabe amanecer... los pájaros no han cantado. No se escucha más que el grito esporádico de un gallo persistente. Monótono.

Los pájaros no han cantado y el alba no puede despertar... se retuerce, inquieta, a la espera de los primeros trinos. ¿Qué habrá ahuyentado su canto?

Hasta ahora... los pájaros no han cantado y aquí estoy yo, penumbra expectante a la espera de su canto: canción de cuna a la inversa que levanta a la infanta.

Los pájaros no han cantado y el alba se ha extraviado en un desfase de tiempo. El tragaluz de mi alcoba esta desierto... me falta su beso, venia de sueño tardío.

La luz ha estallado de pronto con la dureza del silencio: sin aprontes. No hay gorjeos, trinos ni bemoles. La aurora ha muerto antes de nacer.

Hoy, los pájaros no han cantado. No pueden hacerlo: tienen el asombro atravesado en la garganta y la rutina faltante ha fulminado las certezas.


¿Qué es esta sombra hendida de mi cama?

¿Y este cabello prendido en mi almohada?


¿De donde este olor dulce de mis sábanas?


¿Y esta huella de diez dedos en mi espalda?


¿Será entonces, que fuiste algo más que un deseo?



Hoy los pájaros no han cantado a falta de tener respuestas y a fuerza de llorar tu ausencia. Un día ciego comienza.




Amanda espejo
Quilicura, 29 - 12 - 2005

Publicado en AMANO número 2

Imagen de : http://letras-y-mas.blogspot.com

viernes, 11 de septiembre de 2009

Mi sentir / Carta a un ausente



CARTA A UN AUSENTE


Es tan fácil tenerte, aún a la distancia
sin que nada medie entre los dos
excepto tu ausencia, rasgando la noche
y las impúdicas sábanas impregnadas de mi celo.

Sudarios blancos ondean al alba,
mortajas silentes del deseo.


Es tan fácil pensarte, olerte y encontrarte
en mi propio olor de hembra, dispuesta, jugosa
reinventando la noche y tu cuerpo mismo:
moldearlo, paso a paso, entre relieves y texturas
sudores de lecho caliente.

Es tan fácil así sentirte, frotarme y hacerte
realidad viva bajo mi vientre hambreado
sediento de tu encaje perfecto
este, que revienta y escurre en mí.

Es tan fácil cogerte así, de esta manera,
sin más guía ni otro esmero
que el llegar a despertar los espasmos de mi cuerpo.
Con los ojos cerrados (las luces, van por dentro).
Y es tan fácil calmarme galopando sobre ti
al filo del despertar...
que se ensortijan mis piernas y se alborotan mis pechos
y mi sexo se contrae al compás de tu recuerdo.

Al fin, desmayada en ti,
esparcidos mis fragmentos entre cielo e infierno,
aprendo a respirar de nuevo
aire... liviano... fresco.

P. D.

Suéltame luna, ¡despiértame!
Mira que ya no puedo tapar el sol con un dedo.
Deja en mi espalda un beso frío
que arrase con los ardores
de esta orfandad de amor.





Amanda Espejo
Publicado en Revista El Puñal # 2

Trabajo fotográfico : Amanda

martes, 8 de septiembre de 2009

LA BELLA




LA BELLA




La súplica masculina retumbaba, lastimera, en cada ángulo del cuarto.


- Te juro que no fue nada. Nada más que un juego estúpido que, te lo juro, no tiene nada que ver con lo que siento por ti, ¿cómo podría? Tú eres mi vida, mi todo. Sólo tú, mi niña bella.


Entonces ella, la más entre las altaneras, la por lejos más deseada, la fantasía recurrente, de mente, la pensada en cueros, la imaginada, la saboreada, la masticada, la olfateada a leguas por el macho en celo, la soñada despierto, la degustada a tajo abierto, la que nunca supo de un rechazo ni menos de un traición, supo que...no podía darse el lujo de otorgar perdón.


Su índice señaló la puerta, su mirada buscó un rincón. Oído atento. Hasta perder el último paso culpable del nombre que se tragó la noche.


Segura a solas, y sólo por si acaso, quiso llorar.



Amanda Espejo
Quilicura, 7 – 9 - 2009


Este texto nace por un ejercicio literario que realizó mi amiga Elisa Alcántar, consistente en usar la frase " por si acaso, quiso llorar " y que yo quise experimentar. Obviamente, aquí no puedo usar mi propia imagen.

martes, 18 de agosto de 2009

Poema LLOVIÉNDONOS






Podría ser... lluvia

intempestiva, caprichosa,

de aquella que no pide venia

para imponer su presencia.

Y así, a mi completo antojo

lloverme sobre ti (en silencio),

con el anonimato gratuito

que dan las multitudes.

¿Quién puede sentir mi llanto entre millares de gotas?

Nadie. Nadie que no seas tú.

Tú, que conoces mi canto de agua.

Tú, que apaciguas las tormentas

aún las que no habitan en lo alto.

Tú, que percibes lo intangible,

lo que no lucra de palabras:

los continuos aullidos del alma

que elévanse hacia los cielos

en busca de... nada, NADA.

No existe alivio ni otro destino,

sólo ciclos eternos

refinadas formas de dolor.

Y me lloro de nuevo

esta vez, de un modo inverso:

desde afuera hacia el centro

con la esperanza incierta de...

tal vez... lavarme de todo sufrir

de toda nostalgia y todo sentir,

de toda certeza que no seas tú.

Y entonces, (por reflejo),

quiero encontrarme en tus ojos

para llorarme por fuera y por dentro.

Porque, este es mi sino:

no más que una mujer de agua,

sin más vida que el leve tiempo

en que escurre por tu cuerpo,

sin más anhelo ni desvelo

que un día (o quizás noche), tú...

también te mires en mis ojos

y entonces, (por reflejo),

te llores tú junto conmigo,

empapados hasta los huesos

abiertos, deshechos y rehechos,

entre esta humedad pegajosa,

doliente, cálida, fresca y gozosa

que resulta del lloverse juntos

del regocijarse juntos

ante el descubrimiento de amar.




Amanda Espejo
Quilicura, 2007

Fotofrafía: Amanda y Pablo

lunes, 3 de agosto de 2009

Poema ALGO ASÍ...




ALGO ASÍ...





De vez en cuando, dormía así:

con los brazos cruzados,

curvos y apretados

sobre la cálida luna de su vientre.




Soñaba tal vez...

Acunando, conteniendo, prolongando

todos los calores

los orgasmos, los temblores,

inducidos por...

el tanteo, la lamida y el jadeo

del intruso persistente,

(no nombrado)

empecinado en guarecerse

en el húmedo refugio

que (ella) esconde entre sus piernas.




Los viernes, noche,

casi rozando la madrugada,

después de la venida, la irrupción

y la estampida al galope

del Amatorio Prestado

( y para no llorar su falta...)

ella dormía así.







Amanda Espejo
Quilicura/20/05/07

Publicado en Revista KOYAWE # 11

domingo, 19 de julio de 2009

Poema ELEMENTOS





ELEMENTOS







Abro mis ojos. Respiro...

Las plegarias musitan tu nombre

y al fervor de mis ruegos

se pliegan los elementos:

con el ímpetu del fuego

el sol remonta los cielos por verte.




Nuestro sol

Cómplice voluntario de mi ser lejano,

él, te abrazará por mí

y en mi piel dejará de vuelta

el calor de tu cuerpo.

¡ Oh, fuego... árdeme de amores !

Haz que broten de mis labios

las más dulces canciones:

eslabones de palabras que al nacer

conforman historias nuevas

donde el destino, obedece al deseo,

mágico aliento que impulsa

fantasías prendidas en el aire.




Nuestro viento

Aliado impagable de mi sentir

él, te envolverá por mí

y traerá hasta mis oídos

el regalo de tu voz.

¡ Oh, viento... elévame de amores !

Haz que mi ser alado

pueda traspasar las nubes.

Forma en mi aliento, cristal de escarcha,

besos de lluvia, copos de lágrimas.

Ríos plenos de sentimientos

surcan en pos de tu valle

germinando flores de agua.




Nuestra agua

Cíclico ejemplo de mi penar

ella, te besará por mí

y lavará la angustia de nuestro tiempo ausente.

¡ Oh, lluvia... disuélveme de amores !

haz que retorne a mi origen

allá, en mi amada tierra

tras la huella del surco abierto,

génesis del principio y del fin.

Allí te presiento, allí me descubres:

Perfume de tierra húmeda,

aromas de macho y hembra.




Nuestra tierra

Oscuro bálsamo de mi dolor,

ella, te acogerá por mí

guardando hasta mi regreso

la savia de tus promesas.

¡ Oh, tierra... revuélcame de amores !

para que al final del tiempo

pueda descansar en ti.






Amanda Espejo
Publicado en el # 9 de Revista AURORA BOREAL,
Grupo Ateneo, San Bernardo.

Trabajo de fotografía: Amanda

viernes, 3 de julio de 2009

Poema EL GESTO




EL GESTO




Más que el habla...

Tócame,

para que pueda volver

del reino triste de la NADA.




Tócame al contado,

con remitente y en vivo.

Urge el rito con las yemas de tus dedos.




Tócame los dos pechos

para enredarme... paloma...

en el zarzal ardiente de tus manos.




Tócame el vientre desnudo

sol y playa dispuesta

al servicio presto de tu cuerpo.




Tócame entera y en lleno

nalgas, cadera y cintura.

Resbala por mis piernas el dulzor ido.




Tócame con los ojos abiertos

para que yo, La Ausente,

duerma confiada el sueño de la calma.




Tócame al fin con esmero

hasta que ésta, la-sin-forma,

recupere el contorno que hasta ayer mismo,

tú gozabas.




Amanda Espejo

Quilicura / 23 / octubre /2008

Publicado en Revista AURORA BOREAL #9

viernes, 19 de junio de 2009

Poema A MI PADRE




A MI PADRE


En este, tu día, el elegido por el mundo para aclamarte, voy a escribir para ti unas sentidas palabras, sin más motivo que el agradecerte por ser como fuiste.


Gracias padre, por haberme concebido

una noche cualquiera, anónima,

sin otro sentimiento que el placer del cuerpo

engrandeciendo tu vanidad de hombre.



Gracias padre, por haber persistido

una y otra vez en el intento

de nombrar “amor” a los engaños del deseo

para no herir la inocencia de mi madre.



Gracias padre, por haberte "sorprendido"

ante la inminencia de mi llegada,

por la delicadeza piadosa de tus excusas

y tu huida final, de amargas lágrimas.



Gracias padre, por un único intento

de arrepentimiento sincero

sin otra esperanza que el verte liberado

del peso indeseado de mi presencia.



Gracias padre, por tu desde entonces

consecuente y sistemático abandono.

Por pintarme en la frente el vocablo “huacha”,

eco infame repetido en mis años primeros.



Gracias padre, por grabar en mi conciencia

la sutil intuición del desarraigo,

la certeza innegable de “no ser” y “no estar”,

sentenciando cada capítulo de mi infancia.



Gracias padre, por tu incansable ausencia,

cuando el despertar de mi adolescencia

trajo nuevas preguntas sobre temores nuevos.

Manos perturbadas reemplazaron las tuyas.



Gracias padre, por sembrar en mí la rabia

y la desconfianza salvadora:

siempre hubo y habrán “hombres” como tú...

que roben indemnes lo que no les pertenece.



Gracias padre, por repetidos años circulares

de desaliento, resignación y odio

sin más resultado que esta variable:

La deformación de un hecho es un accidente .



Gracias padre, por mis fracasados intentos

de creer en la lealtad del amor:

tuyas son las semillas, todo te lo debo a ti.

Tuyo es mi no perdón a la hora de tu muerte.



Gracias padre, en fin, por toda una vida

en pos de tus caricias perdidas,

por cada nuevo reemplazo o sustituto,

por cada despertar con las manos vacías.



¡Gracias padre!, nuevas e inmerecidas gracias

pues no te calza ni siquiera el nombre.

Es... la nada misma, sólo una burla tardía,

la anáfora necesaria en este desesperado exorcismo.





Amanda Espejo 

Quilicura - 25 - junio - 05

martes, 2 de junio de 2009

Poema A LA DISTANCIA




A LA DISTANCIA




Ahora, es justo el tiempo

mi reloj se ha detenido... ( 23.30 Hrs)

y sus manecillas, expectantes, apuntan hacia mí.

Es el momento exacto,

y lo sabes: lo presiento.




Es cierto, ya no estoy sola

arroja tu yugo al tiempo,

no soporto ni un tic-tac

que perturbe mi silencio,

el ritmo, lo llevará mi cuerpo

y los compases, son tu aliento.




Danza amor, ya no estás sólo

por tu cielo va mi viento,

para sacudirte el alma,

para conducir tu cuerpo

a la tierra, boca arriba

que de espaldas yo te espero.




Ríe amor, ya no estás sólo

la distancia es sólo un cuento.

Por hoy, viviré en tus manos

para invocar al dios fuego.

Tú, instálate en mis dedos

y despierta mis secretos.




Siente amor, ya no estás sólo

mi presencia es más que cierto:

huele mi olor en el tuyo

que tu aroma estoy viviendo

y vertientes de humedades

se me brotan desde adentro.




¡Grita amor! Ya no estás sólo

haz el eco a mi lamento

y que estallen los volcanes

que subyacen en el centro

y se disparen las flechas

del deseo satisfecho.




Goza amor, ya no estás sólo

prolonguemos el momento...

Pinta en la noche entera

los destellos del recuerdo

y cómete en las estrellas

los sabores de mis besos.




Amanda Espejo
Quilicura / 2004


Collage: Amanda

domingo, 17 de mayo de 2009

Poema ES AHORA




ES AHORA




Tan sólo... jálame

y así, líate tú conmigo.

Sé el ancla viva de mis ensueños.

Átame

a la raíz de tus pensamientos

para ser parte de todos los comienzos.

Fuerza y espíritu

convocados a un mismo destino.

Irrevocable

como el estigma en la frente.

Inmutables

ante cualquier sentencia

que desconozca el vocablo “nuestro”.

Absortos en el mutuo reconocimiento

de este misterio atávico

llamado origen.




Ahora... árdeme

y así, árdete tú conmigo.

Hasta que la sangre yazga blanda

vencida

tras el hartazgo de los sentidos.

Rescatemos el concepto de ABSOLUTO:

tú y yo

tan unidos en el antes como después.

Indivisibles

desgarrados a tajo abierto.

Expuestos

a la mirada atónita del profano

que no sabe, que no puede entender,

esta misión sagrada por develar

el verdadero sentido

de la existencia.




Amanda Espejo


*Este texto pertenece a mi libro "aún " en ciernes NO HAY MÁS QUE ESTO.
Pocas veces pongo esos textos en los blogs, pero, está tan lenta la materialización del proyecto que preferí compartirlo, antes de que muera la hermosa manzana que me donó Cristhian. ¡Me encanta!

martes, 12 de mayo de 2009

Mi frescura / Anticipación





ANTICIPACIÓN


¡Allí!
Y no más que allí
los veré marchar a todos ellos
de ceño solemne y pasos cadenciosos
uno, al lado del otro
uno que otro rezagado,
aquél, dos pasos al lado
y otro, haciendo cola al final.

¡Ellos!
Ni uno mas ni menos,
los amantes por tiempo y lugar.
Entre todos (más al centro) el elegido,
custodiando sus costados
por detrás y por delante
van amigos y aspirantes
y el que aprende de Platón.

¡Así!
Y no de manera alguna.
Las manos plenas sobre mi pecho:
en cada dedo un nombre prendido llevo,
uno, más feliz que el otro
uno que otro atormentado,
aquél, por mí el más llorado
y otro que me faltó conocer.

Créanme:
Tal y como lo digo
(y pongo a dios por testigo)
es que esto va a suceder,
pues, no le pongo ni le quito
tan sólo es lo que está escrito
en las vueltas del querer.






Amanda Espejo


Quilicura /12/06


Fotografía: "la fresca".

sábado, 2 de mayo de 2009

Poema ENTRE TAMBORES




*ENTRE TAMBORES

(Hay crónicas que se escapan de las manos)



Es noche; una noche estival precursora de ardores de verano, y por el aire, sin censuras, resuena indomable el retumbar de los tambores rompiendo la cadencia propia de la música de las islas.

El baile se desata entre acordes de encordados y compases que gritan libertad: una libertad interior que se desborda desde adentro por cada poro de la piel, hasta electrizar los cabellos.

Es el apronte...

Yo sigo sola, en medio de una centena de gentes que no conozco y mientras acabo una lata de cerveza, rescato tu ausencia y la traigo a mi lado como anónima presencia...


¿Quién eres, hombre sin rostro?

Mil asomos y semejanzas

encubren tu faz, mas,

tus ojos arden y padecen

las brasas del deseo.

¿Qué buscas en mi espalda?

Tu mirada desnuda mi verdad.

¡Descúbreme de frente!

Frente a la luna y al mar...

Podría nadar toda la noche

en este hipnótico mar de cerveza

y mecerme a la deriva

entre espumas de alcohol.

Podría impregnarme de ello

de los pies a la cabeza

y brindarte en mis labios

el desparpajo de SER...

Una caracola salada,

una concha perfecta

destilando amor.

¡Bébeme sin miedo!

Lámeme hasta el recoveco

más íntimo y secreto

hasta que nos estallen

las olas en la arena.

Hasta que las dulces voces

acallen los tambores

e inciten al descanso:

un diluirse juntos...

un breve pestañeo

entre una y otra danza.

Podría bailar toda la noche

a horcajadas sobre ti,

en coyuntura perfecta

hasta que me duela el sexo...

¡Vamos, quiébrame ahora!

Que la marea se trague

cada resto de caparazón

y broten libres las lágrimas,

y coronemos de risas

los placeres del orgasmo.

Hoy, los dioses han gozado

y de amor han aprendido:

Se han embriagado conmigo

y contigo han conquistado

la libertad de romper

cada yugo y sus cadenas.

Hay un rumor de alas nuevas

que te crecen en la espalda

y a mi corazón elevan.

Podría volar toda la noche

a donde moran las musas

y se regocija el SOL.

¡Vamos, escríbeme de nuevo!

(Podría escribir toda la noche)

acabemos esta canción

que habla de mares lejanos

y de bailes entre dos.

Sabe a amargor de cerveza

y al dulzor de lo añorado:

tú y yo juntos,

y la existencia imposible

de un imposible AMOR.




Amanda Espejo
Quilicura / 11 / 05.



*Este texto lo escribí hace ya un tiempo, pero anoche, en una convocatoria de características similares, pensé en él... y me dio tristeza el recordar lo intenso de la situación vivida.
Hoy, no existe en mi vida el mismo motivo que lo inspiró, pero, algo parecido se me insinuó
anoche, sobre todo, el recuerdo y la pena de comprobar que aquellos sentimientos que fueran tan primordiales para vivir, se van disolviendo con el paso de los años y de las situaciones a las que nos hemos, de una u otra manera, de acomodar para tener una vida relativamente en paz.

lunes, 27 de abril de 2009

Mi regalo / Cuentacuentos

CUENTACUENTOS en Colegio Santa María, de quilicura.




Hace poco tiempo, cuando puse el libro de Valentina en este blog, hablé de lo que me gustaría hacer con él. Bueno, una de las cosas ya ocurrió, y fue que hicimos un cuentacuentos a los niños y niñas de segundo año básico Colegio Santa María, en base al cuento TODAS LAS ESTRELLAS SIRVEN. Me sentí feliz y dando un primer paso para futuras actividades. Pablo me hizo las estrellas para el decorado y Rosita Palma me acompañó y ayudó en esta tarea que, sin duda, es parte del cariño que siento por las letras, los niños, y mi estrellita particular: VALENTINA.
Gracias a todos!!!

Amanda Espejo

viernes, 17 de abril de 2009

Mi antojo / Pa´cerca





PA’ CERCA



Allégate aquí
juntito-a-mi-lado,
mira que a yo a ti...
te quiero pa’cerca

Otros hubo antes
d’otra laya y manera
ya rabiando
ya enredando
ya mintiendo
ya jodiendo
ya no importa:

Todos fueron lejanos
al lado de tu talante.

Olorcito dulce
vocecita frágil
sonrisita plena.

Cabellito suave
terroncito tibio
palabrita tierna.

Espaldita fuerte
montoncito duro
nalguita rellena.

¿Cómo compararte-pensarlo-siquiera?

¡Amorcitorico!
que tú ya lo sabes...
Te quiero pa’cerca.



Amanda Espejo

Qulicura /10/03/09

miércoles, 8 de abril de 2009

Mi Homenaje / BAJO EL CIRUELO








A la memoria de Laura Salinas,por lo que faltó hablar cuando hubo tiempo.
De sus mujeres: hijas y nietas.

jueves, 2 de abril de 2009

Mi exorcismo / Bajo el Ciruelo

BAJO EL CIRUELO




CARÁTULA DEL CD QUE CONTIENE EL VIDEO que creamos el equipo conformado por Mariela, Pablo, Zara, Alejandrina, Susana y Valentina en homenaje a mi madre, Laura, como primer paso exorcizante de futuros proyectos visuales.



Texto (levemente) modificado para lograr el calce con las escenas y viceversa:



Hoy pensé en ti. Fuerte. Hondo. Y como siempre, me invadieron variadas emociones, sobre todo, una inmensa pena.

Sentí ganas de ir a verte. Verte... qué ironía!

Camino. Recorro con ansias las mismas huellas de tantas veces mientras un cielo limpio me observa desde las copas de los árboles. ¿Será un buen presagio?

Subo a la micro y te imagino a mi lado durante el trayecto con tu frágil figura de los últimos años... Vamos por recoleta y por la ventanilla miro los nombres de las calles que cruzamos...¿las conocerías tú? ¿alguna vez las caminaste?

Por lo menos esta calle no ha cambiado tanto en los últimos veinte años. Aún se sostienen en pie casi todas las casas de la avenida, más viejas y descascaradas.

Creo que te daría mucha pena ver los rostros que estoy viendo ahora: ensimismados en sus problemas, enfermos de miseria. Gente adulta, gente vieja, pidiendo permiso para seguir viviendo.

Quiero pensar que tú estás mejor, que el cielo existe y que es allí donde estás, porque, en algún lado tienes que estar. Sólo te escondes para que no pueda verte.

Es por eso que hoy vengo tras de ti. Por eso me bajo aquí, en El Salto, frente a los puestos de flores y escojo con esmero un ramo para tu nombre.
Por eso cruzo de nuevo el arco de la entrada y, entonces, te vuelvo a ver entre la gente, de espaldas a mí caminando rápido con tu abrigo beige por los senderos que conducen a tu tumba.

Te sigo tranquila, lenta y profundamente emocionada pensando que... HOY me irá bien, que SÍ te voy a encontrar.

Doblo la esquina y me acerco al ciruelo bajo el cual tú descansas...

Dejo las flores sobre la lápida y justo antes de acomodarlas, mientras recorro las letras que conforman tu nombre...ya te vas escurriendo, ya no estás allí. Te fuiste, huyendo de mí como tantas veces en mis sueños de niña.

Me obligo a hilvanar una oración para ti, para que estés bien, para que alguna vez te apiades de mí y me toques el corazón, pero... porqué sigo sintiendo que te arrancas, que me huyes?
¿En que momento te alejaste tanto que ni siquiera puedo sentir tu recuerdo?

El ciruelo parece sentir lástima de mí y me regala pequeñas salpicaduras blancas. Es primavera. La vida renace.

Perdona madre.
Ya no puedo pedirte respuestas.
Sólo, te sigo esperando.



Amanda Espejo

jueves, 19 de marzo de 2009

Mi estrellita / Todas las estrellas sirven.




TODAS LAS ESTRELLAS SIRVEN


Érase una vez, arriba, en el gran cielo, una estrellita más pequeña que todas las demás, y mientras las otras estrellas se sentían muy importantes haciendo su trabajo que es iluminar el cielo por las noches, ella sólo suspiraba y miraba hacia la tierra.
- ¡Qué floja es! – decían las estrellas grandotas – Por estar mirando siempre hacia abajo, descuida su brillo y no hace bien su trabajo.
Porque, ustedes han de saber que las estrellas no son flojas y tienen muchas cosas que hacer.
-Yo soy muy importante – dijo una que daba reflejos color rosa – Anoche me acerqué a un joven que lloraba por amor, y gracias a mi brillo, él me miró y maravillado con mi color, escribió un poema a su amada.
-Eso no es nada – dijo otra, algo gordita y con una cola pequeña – La otra noche, habían tres pescadores perdidos en la niebla, y gracias a MÍ, a mi gran tamaño y hermosa cola, pudieron llegar a la playa sanos y salvos.
Y así, una tras otra iban jactándose de su importancia.
La chiquita pensaba: Yo soy tan pequeña, que mi luz no sirve para nada importante... quisiera ser importante para alguien, como los niños que hay en la tierra... ¡Cómo quisiera ser una niña!
Estaba tan triste y apagada que el Buen Dios pensó: Es verdad, es demasiado pequeña. Le cumpliré su deseo para que en la tierra sirva a alguien.
Y estirando su poderoso dedo, señaló una casa donde un papá y una mamá deseaban mucho, MUCHO, tener un hijo, y dijo a la estrellita: He escuchado tu deseo y la oración de ellos, anda y cumple tu misión.
Y así nació en esa casa una linda niñita que llamaron Valentina (...).






Así comienza el cuento que escribí para valentina hace ya cuatro años atrás, con la ayuda de Bernardo en la diagramación y montaje de fotos.
De esto sólo hice siete ejemplares, artesanalmente, y todos los obsequié. Es mi sueño lograr otra edición, de una cantidad superior y, preferentemente, que pudiese salir a la luz.
Por mientras, lo publico aquí. en mi espacio personal.


Amanda Espejo

jueves, 5 de marzo de 2009

Mi conclusión / Masome





MASOME




Está de +
que acumule nombres en el librero.
Sacudir el polvo
una y doscientas veces
o resbalarme por el dial
en busca de la cantinela correcta.

Están de + las botellas apiladas bajo la mesa.
(No basta, aprendiz de geisha)
Delinearme los párpados
Morderme a sangrar los labios
Perfumarme el lóbulo y las muñecas.
No basta
No salva
No llena
que te rompas la pelvis entre mis piernas.
No es tu siembra lo que busco.
Es mi ajusticiamiento.
El pago justo a todos mis favores.
Yo,
MASOME
Tendida en cruz
La piedra angular del acertijo
La explanada viva del sacrificio
Tal como lo impusieron en mi frente
desde el principio de los siglos.
MASOME
Mitad perra y mariposa
Camino erguida por no reptar
Ondulante, cierta, triunfante
entre los juncos vivos de tu nidal.
Yo,
MASOME-VERDE-MANZANA
Única-ofrenda-obligada
según se vislumbró tras las turbias persianas del paraíso:
"Y Él, te aplastará con el pie”.
Cualquier otro pronóstico,
está de +.



Amanda Espejo
De mi libro en barbecho: NO HAY MÁS QUE ESTO.
(Este texto lo publiqué en LA MANCHA y me gusta tanto, que lo rescato ahora...)

martes, 3 de marzo de 2009

Mi amigo / Un nuevo Lázaro






UN NUEVO LÁZARO




Habría que hacer algo contigo...
( Y lo que sea, será)

Salvar las distancias estelares hasta rondar tu Mar Muerto.
Meter las manos al agua un mucho más allá que el codo
hasta jalarte los cabellos e izarte a la superficie.
Habría... que sacudirte suave,
soplar de nuevo en tu nariz el cálido aliento de vida
y hacerte revivir.
Ensamblar tus huesos uno a uno,
recontar las vértebras de tu espalda con dos de mis dedos:
índice y medio, del cuello hasta las nalgas.
Habría que lamerte entero,
hasta barrer todo rastro de sal,
pulsar con mi lengua tus cuerdas vocales,
reafinar en doble escala el bello timbre de tu voz.
Habría que... recomponerte todo,
re-dibujarte el torso, elongar tus brazos y piernas
y reventar tus venas con la fuerza de la erección.
Habría que... amamantarte de nuevo
para recuperar el Símbolo,
alternar derecho e izquierdo ( recordarte las secuencias),
mis latidos, compartidos,
sólo hasta que aprendieras a respirar.
Habría entonces,
que contemplarte rehecho
en el fondo, renacido: un Lázaro fresco, en vivo
sin los tumores de la muerte
ni las llagas latentes de la soledad.
Tendría, finalmente,
que admirar sin dudas tus nuevos colores:
tú, erguido, firme sobre tus dos pies
con la belleza impaga de la desnudez.
Y yo
(pobre aprendiz en el oficio de hacer),
en un gesto cierto de amor
esparciría mi orgullo en la arena,
desgarraría tus dedos de entre mis dedos
y te daría sin miedo la libertad.

Habría, sin duda alguna
que ordenarte:
¡Anda, levántate y vuelve a andar!



Amanda Espejo
Quilicura/25/08/06

jueves, 26 de febrero de 2009

Poema RETROCESO





yer, hace unas horas,
pude entrever tus labios...
ambos, como parte de un todo
y sin poder evitarlo
recaí en los tiempos idos.
En la secuencia inversa
de doce lunas enterradas,
lunas tristes, lunas yermas,
mudas testigos de mi metamorfosis.


Alguna vez....
Fui polilla con alas de mariposa.
Recordé las luces multiplicadas
estrellándose contra la ventana.
Escuché...
tu voz a horcajadas en el viento
descuartizando la noche,
y mi permanencia, quieta, hipnótica,
recortada contra el muro de cristal.

Yo... la duda... el acto... la consecuencia,
en desmedro frente a ti:
Tú... el misterio... la causa... el efecto.


Alguna vez...
Fui un pez con cola de gorrión.
Recordé tus manos de alfarero
moldeando ideas sobre el papel.
Presentí...
tus dedos descubriendo mi espalda
reinventando mis senderos,
y el arrullo suave de tus palmas...
canción de cuna sobre mis senos.

Yo... el deseo... la negación... el miedo, en desnudo frente a ti:
Tú... el reflejo... la respuesta... el silencio.


Alguna vez...
Fui loba con alma de mujer.
Recordé los aromas del origen
y el verdor fresco de las praderas.
Intuí...
el final y el comienzo del camino...
Supe, que al escarbar en tu corazón
fluye y escurre mi propia sangre,
negándome toda posibilidad de vivir.

Yo... el instinto... la búsqueda... el dolor, en esencia frente a ti:
Tú... el destello... las certezas... el no encuentro.


Ayer, no hace más que unas horas,
me presentaste tus labios
y allí, tras el esbozo de una sonrisa
pude percibir alado e inmerso
en las lagunas de la indecisión,
el aliento tenue de un beso.





Amanda Espejo
Quilicura/6/05/2006

domingo, 22 de febrero de 2009

Mi cuento / Todas íbamos a ser Reinas





A mi Pablo:
¿Sabes? En este lento amanecer voy a contarte un cuento, no para que te duermas, sino, para que despiertes y así tus ojos abarquen (de Mí) un "tantito" más.

Para saber y contar:

TODAS ÍBAMOS A SER REINAS


"Todas íbamos a ser reinas
de cuatro reinos sobre el mar.
Rosalía con Efigenia
Y Lucila con Soledad."

Gabriela Mistral



C
on voces alegres, bañadas con el color de la inocencia, un corro de niñas asidas de la mano, jugaban a la ronda de las princesas. Todas juraban serlo, incluso la pequeña de las rodillas rotas, María, quién solía tropezar y caer a causa de su impulsiva curiosidad.
En aquel momento se sentía la más cierta de las princesas y tal como el estribillo que coreaban, soñaba el futuro aquel donde llegarían a ser reinas. Para eso, sólo les faltaba crecer.
María no había crecido más que un par de centímetros cuando, un día, al preguntar a su abuela sobre el por qué de los "porqués" que asomaban a su pequeña cabeza, tuvo como respuesta, lo que siempre intuyó en los gestos bruscos de su “padre” y en los ojos bajos de su madre: La verdad sobre su origen
La abuela le narró una corta y simple historia de amores y desamores que eran muy complicados todavía para su edad, pero, a medida que escuchaba, muchos de sus "porqués" se fueron reventando en el aire.
El abrazo de su abuela quiso compensarla de algo que siempre presintió: la falta de amor, mas, sólo logró que le brotaran las lágrimas. Luego, fue a su pieza, se encaramó en un piso y se buscó en el espejo. Siempre que lo hacía buscaba algo...algo... esta vez lo encontró: una marca indeleble sobre su frente.
Y allí lo supo todo sin saber siquiera las palabras exactas: Hay niñas princesas que nunca llegan a ser reinas. Las niñas bastardas. A las niñas como ella, aquello les está negado.


Amanda Espejo
Quilicura/11/04/2006

Mi asombro / No lo entiendo





NO LO ENTIENDO




T
e lo juro... que no entiendo este milagro de escuchar...
cómo puedo descifrar esta lluvia de palabras,
de las voces conocidas (algunas, hasta amadas)
cómo puedo ser capaz de traducir sus mensajes...
extraerlos de esa masa sonora y aplicarles un sentido
rescatando la identidad de sus emisores.
¡Cómo puedo hacerlo! Si todo eco se despedaza,
se desintegra en mis oídos
contra la barrera inmutable de tu voz.
Tu voz, que talló conceptos de roca,
con la suavidad de la miel sobre la playa de mis sentidos.
Allí permaneces: silencioso y vibrante a la vez.
Tan etéreo, como lo son los pensamientos,
pero, sólido y presente como lo son las realidades.
Y me pesas... me pesas tanto, que a veces no entiendo ¿¿ ??
donde encuentro fuerzas para seguir respirando
y depurar este aire espeso,
con la densidad del deseo gravitando entre tú y yo.
¿Cómo inhalar otra cosa que no sea tu esencia?

La fresca brisa ha muerto:


Hasta el viento invernal arrastra oleadas cálidas
que me anuncian... a ti, perfume mixto de sabores:
anhelo dulce y ayuno amargo.
Te lo juro, que no entiendo, este castigo de existir,
este desperdicio de sentidos, este derroche de alimentos
que mi cuerpo sabio rechaza: él, sólo aguarda por tí.
Lo demás, no son más que reflejos
condicionados por el sub-sistir.
¿Cómo puedo hacerlo? Si al hallarte me he perdido
y no reconozco el tiempo, los lugares
ni el espacio al que me han condenado.
No soy más que un accidente,
un hecho que no debió SER
y mi alma extraviada anidó donde nunca FUE.
Dime...¿cómo puedo reconocerme?
si ni siquiera sé quién soy...

¡Obsoletos declaro a los espejos!


A los cristales y a la luna de agua,
porque...te lo juro, no entiendo si es hechizo o deformación,
terca ceguera de mis ojos o intuición de mujer:
cada vez que me miro... (te lo juro, no me encuentro)
estás tú, mezcla de luz y sombra
mi rostro, el de tus dolores y mi llanto contenido,
bajo mi piel, tu ausencia en carne viva
y te siento amor... te siento tanto
que hasta mis pies, son tu camino
y mis labios incompletos, son promesas en susurros
de mis besos (de los tuyos), y te juro amor,
te lo juro que no entiendo
ni la vida ni la muerte ni esta burla del destino.




Amanda Espejo
Quilicura, 16-12-2004

domingo, 15 de febrero de 2009

Mi travesura / D 20




D 20







Ese encanto muchacho...
¿de donde sacas esos ojos?
Diez años menos
¡qué va!
De veinte me sentiría
si fuera cierto.
Y ese rubor de tu cara
este calor que me envuelve
esa ternura del gesto...
Dulce
Darme
Duro
Darte
Pegada a ti quedaría
si no fuese en breve
el arte de despertar.





Amanda Espejo
Quilicura/24/10/08


P.D.
¿Y por qué Bertoni puede?

lunes, 9 de febrero de 2009

Mi desencanto / Fragmento






FRAGMENTO





(...) lo sentía llegar,
lo sentía caminar por el resto de la casa
(las tablas del piso cantaban sus pies).
Entonces,
yo me agazapaba en la cama
me enroscaba en mí como gata caliente
al acecho del umbral...
Luego,
crujía el techo
trinaba un pájaro
ladraba un perro
lloraba un niño
silbaba el viento...
y mi frustración, sin aliento
comenzaba a desaguar
lento
lento,
tibio y lento
por entre mis piernas (...)



Amanda Espejo
De "NO HAY MÁS QUE ESTO"
(Mi libro en barbecho).

Dibujo: Mí.

viernes, 6 de febrero de 2009

Mi pena / La Faltante





LA FALTANTE



Ella se fue, madre
cuando el letargo era en las horas.

No hubo huellas sobre la nieve.

A contrafilo de brillo y sombra
tres trinos tristes dio el cuculí.

Emigró el sueño junto a su vuelo.

La casa no tiene ventanas
¿podrá entrar el día bajo la puerta?

No cabe........................................

No cabe el latido dentro del pecho
rasgadas en oblicuo son las paredes.

Acta de duelo ronda las 4 esquinas.

Ella ES falta y...............................

Su acto en pleno degüella el nombre
y censura la palabra MADRE.







Amanda Espejo
Quilicura/ febrero/ 2009

miércoles, 4 de febrero de 2009

Mi tierra / Bajo el sauce




BAJO EL SAUCE


Habrá que aceptarlo: el tiempo asola
causando a su paso estragos en el huerto.
La tierra... (mi tierra)
cansada, yerma y dormida
bajo los tranquilos rayos del sol,
ya no calienta...
ya no provocan sus entrañas
las erupciones de antaño.
La semilla cae, lenta,
tan lenta, que se disgrega en el aire
aun antes de besar la era.

Ya no copulan surco y azadón.

Habrá que aceptar, por lo tanto,
que el huerto está en veda
arbitraria, absoluta y perpetua
durante un otoño interminable.
Sus contornos armoniosos
se los ha sorbido el viento
y la curva de sus deslindes se repliega
ante el tranco salvaje del invierno.
El huerto agoniza en SOLO
arrimado a la vera del único árbol
(¿un sauce tal vez...?)
con la esperanza leve de que una,
una sola de sus verdes de lágrimas
le caiga encima y le bese la frente
para entonces,
anulada la sed de la espera
(él pueda...)
congraciarse consigo mismo
y disolverse en paz.



Amanda Espejo
Quilicura/19/01/06

martes, 3 de febrero de 2009

Poema EXHORTO PARA UN COBARDE







¡Vamos, mírame ahora!

No te voltees... ¿no te basta?

¿Acaso, no he cambiado lo suficiente?

Existe una deuda pendiente entre los dos,

un "algo" sin acabar que me ha impelido a regresar.

Aquí me tienes, desnuda y descalza ante ti,

mis pies en desangrado a causa de desandar el camino.

No me rehuyas... ¿no te basta?

¿No estoy de sucia lo suficiente?

Cada mancha de mi cuerpo trasluce una violencia distinta.

La copa de cristal se ha roto.

Ahora, beberás de mis manos,

de los surcos que las entrecruzan.

Aquí las tienes, sobrevivientes de sol y lluvia.

No las apartes... ¿no te basta?

¿Acaso su temblor no es suficiente?

Cada quebranto de mi espíritu tuvo su despertar en ti,

en tus cobardes recelos, en tus "querer" y no "hacer".

Por ti, rasgué mis vestiduras y me bañé de distintas fuentes

hasta que me chorrearon las piernas.




¡Vamos, no tapes tus oídos!

¿No era aquello lo que te apartaba de mí?

En cada esquina de mi memoria abandoné un nombre diferente

desechados, en pos de tu recuerdo

y de las mudas promesas que clavaste en mi espalda.




¡Vamos, no escondas la cara!

¿No era esto lo que rezaban tus labios?

La muñeca ha quebrado su rostro

y por su pecho resbalan fragmentos de porcelana.

Se escurren de tanto en tanto negándose a dejar su pasado...

sus larguísimas pestañas

sombreando las cuentas de vidrio.




¡Vamos, mira estos ojos nuevos!

¿Acaso, no han llorado lo suficiente?

Fíjate... sus bolsas hinchadas...

y el exquisito violáceo de sus ojeras lo cultivé para ti:

es el preciado color de tus santos

y lo encarnado de mis labios, reflejo y fulgor del pecado.

Así vengo... ambivalente.

Una nueva mujer de despojos.




¡Vamos, qué esperas!

¿Acaso, no me he revolcado lo suficiente?

¿No lo he hecho todo para descender a tu altura?

Todo... todo... todo...

Para que no tiemblen tus manos

para que no me eviten tus ojos

para que me poseas sin culpa ni temor a que me enrede en tus dedos.

Para que me acojas en tu pecho por una noche, un momento,

y puedas sacudirte en la mañana.

Todo... todo... todo...

Me he asomado a los infiernos para vislumbrar tu cielo.

He torcido el gesto de mi sonrisa

y he puesto amargor en mis senos

marcando precio de compra hasta a... lo que no se vende.




¡Vamos! ¿Te parece poco?

(No comprendo tu estupor)

¿No me he corrompido lo suficiente?

¿No inclina la balanza mi dolor?

Acaso... yo pudiera...

brindarte un último presente:

una línea color sangre a lo largo de mis brazos.

Un par de líneas paralelas

(¡Oh, tristeza!)

como tu historia y la mía,

que desagüen de a poco, en rojo

este veneno de amor.




¡Vamos, ahora ayuda!

Corta tú los hilos de esta marioneta

que se desmorona

irremediablemente, sobre tus pies.

¿Sabes? No entiendo de qué te quejas.

¿Acaso... no era esto lo que querías?





Amanda Espejo
Quilicura/2007

Texto representado en la Biblioteca Santiago, en el Recital de Poesía Mujer
y en el Centro Cultural de Quilicura, Dia de la Cultura.