lunes, 9 de febrero de 2015

SERRAT, EL TANO Y LA HOJA QUE SUSPENDIDA, AGONIZA







“Cuéntale a tu corazón que existe siempre una razón, escondida en cada gesto…”


Así expresa Serrat en “Sinceramente tuyo”. ¿Escuchas, Tano?, y me resulta tan difícil concentrarme en la letra de su canción…Tras el muro de al lado, como siempre, las conversaciones ruidosas, llenas de ordinarieces, emergen salpicadas de risotadas intermitentes que hieren la delicadeza del poeta.

Ellos no saben, NO pueden saber de poesía.

Menos todavía de la profunda nostalgia que precede a  la creación.

Hace mucho no te escribía, ¿recuerdas? Creo que hubo una misiva 1 y otra 2. De allí a estos garabatos, mucho.  Mucho de todo.

Y en el fondo de esta dispersión, NADA.

NADA, Tano. Ni siquiera tu hombro para llorar.

Al parecer, no se puede llevar la contraria al destino, y el mío, es innegable, es permanecer en medio de la gente eternamente  sola.

No culpo a nadie ¿sabes? Hay en ello una mezcla culposa de todos y de nadie.

Ambigua.

Como siempre.

Como nunca he dejado de ser.

Como tú mismo, Tano…no lo puedes desconocer: siempre al borde de, y paralelamente, con el traste en el rincón.

Así no hay caso. Y al decir “no hay”, puedo conjugarlo en todos los tiempos: no hay, no hubo y no habrá. Tu misma soledad es  la que te protege. ¿De qué?

De vivir, diría yo.

De sufrir, dirías tú.

Mientras tanto, este verano que no da tregua. Todo está sofocante, y me asusta, Tano…me asusta ver cómo hasta la ínfima hoja del viejo árbol de enfrente parece quedar  suspendida entre el ser y no ser, inerte, sin aliento, sofocada de calor y de miedo.

¿Miedo a qué?

Obvio, Tano, miedo a que esa inmovilidad forzosa  a  que la condena la falta de viento, pueda devenir en una muerte sesgada, de “refilón”, malévolamente leve, cual el paso furtivo a otra dimensión.

¿Qué cómo lo supongo?

No lo supongo,  lo sé: porque también soy un poco árbol, también tengo raíces que  (como tú) pretendo ignorar ante la incapacidad de comprenderlas.

Hace un calor agobiante esta tarde, Tano.  Sudo copiosamente mientras algo pegajoso se infiltra en cada poro, cada partícula de aire, cada rincón del cuarto,  y hasta en medio de las notas de las canciones que emite el estéreo.

Todo está espeso.

Serrat ya ha sucumbido ante el peso de esta densidad, misma  que se pega a las cuerdas de guitarra de Paco de Lucía y entorpece la virtuosidad eterna de sus dedos.

Yo también sucumbo, Tano, y boqueo enfermizamente queriendo atrapar  a un tiempo el aire, la música, tu nombre y el frescor de los recuerdos que quedaron atrás.

Es noche. Un leve soplo comienza a despertar.

Yo, aun en medio del vaho caliente de mis sueños… te extraño.




Amanda Espejo

Quilicura / Febrero 2015




SINCERAMENTE TUYO


No escojas solo una parte
tómame como me doy
entero y tal como soy
No vayas a equivocarte

Soy sinceramente tuyo
pero no quiero mi amor
ir por tu vida de visita
vestido para la ocasión
Preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor

(Estribillo)
Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto
del derecho del revés
uno siempre es lo que es
y anda siempre con lo puesto
Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio

Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado

No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien
Ni que me suba a un taburete
si quieres probare a crecer

(Estribillo)
Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto
Del derecho y del revés
uno es siempre lo que es
y anda siempre con lo puesto
Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio


Joan Manuel Serrat