domingo, 15 de julio de 2012

ACROBÁTICAMENTE, SE ESCRIBE




Se escribe. Se escribe tanto como se vive, y tal como en ello la vida pasa rauda e indómita por nuestro  lado; impasible ante la angustia que nos provoca no poder asirla de las bridas, una en cada mano y dirigir el destino a voluntad. Pero pasa, cada cosa buena o mala pasa, y con ello se renueva el martirio de la NO permanencia.

 ¡Ah, cómo hacerlo, cómo prolongar los momentos de triunfo y relegar al más profundo olvido las penurias que los contrastan!  Pero usted no tema: todo pasa, o ¿acaso no ha sido testigo asombrado/a  de lo que le hablo? ¿No escuchó y tarareó alguna vez junto a Mercedes Sosa eso de “…cambia, todo cambia”? Precisamente ese es  el tema: el cambio que deviene de este “pasar” majadero y recurrente.  Así  y todo,  tiene su lado positivo aquello…por ejemplo, los momentos de duelo no se prolongan más que lo necesario y luego, renace la esperanza  o lo que sea, pero la cúspide del dolor queda atrás, a la espera de que se complete un nuevo ciclo de altos y bajos tal como lo impone todo en el universo, desde la noche, el día,  las cuatro estaciones y el sistema solar en pleno.

Y se escribe sobre ello, sobre  los cambios, los avances, las cruzadas,  las conquistas, las tendencias, las revoluciones, los estallidos sociales, las fluctuantes emociones  y las nuevas ideologías,  todas  ellas nuevas versiones de algo que YA existió porque…todo pasa, y lo que hoy nos parece de tal modo, mañana será distinto, sin perdonar siquiera los axiomas básicos dela filosofía.