viernes, 8 de octubre de 2010

Mi "alerta" / Fábula de la Garza y la Serpiente

Pintura de Maritza Álvarez



FÁBULA DE LA GARZA Y LA SERPIENTE

Hace muchísimo tiempo, cuando los animales aún hablaban, una alegre y confiada garza de cortas patas se posó en la ribera de un lago para saciar su sed. Mientras realizaba sus acostumbrados movimientos - cuello arriba y cuello abajo - oyó unos tristísimos lamentos provenientes de los juncos ribereños. Intrigada, se acercó y con su largo pico separó los tallos encontrándose cara a cara con una atribulada serpiente. Confiada como era, no sintió ningún temor y por el contrario, solícita preguntó:
- ¿Qué te sucede pobrecita serpiente? ¿Por qué lloras de esa manera?
- ¡Ay de mí! - Se lamentó la serpiente -. Si tú supieras cómo es el bajo mundo donde vivo...
- ¿El mundo donde tú vives? - Se extrañó la garza -, pero, si es el mismo mundo en que yo vivo y no me parece nada terrible. Al contrario.
-¡Ah! Eso es porque tú te lo pasas volando y ves las cosas sólo por encima, pero yo, aquí mismo, debo lidiar con todos los animales que corren por la tierra, y además de tener que mirarlos siempre hacia arriba, soy despreciada por ellos. Soy temida e incluso odiada, y no existe uno sólo de ellos que yo pueda llamar "amigo". Me siento totalmente discriminada.

Libritos "Hecho a mano" con la fábula y la garza.

 Eran tantos los lamentos de la serpiente, que la compasiva garza venció toda su natural resistencia y le dijo:
- Por favor, no digas eso ni sigas llorando. Yo no veo nada malo en ti. Y ahora que he escuchado tus penas, me gustaría llamarte amiga.
- ¡Oh! ¿En serio serías mi amiga? Estoy muy emocionada - dijo la serpiente enjugándose unas lágrimas.
- Por supuesto, y cada vez que nos encontremos, ambas podremos contarnos nuestras cosas - reafirmó la garza -. Ahora tengo que seguir con mi vuelo. ¡Adiós amiga serpiente!
Y dándose la vuelta, comenzó a salir de entre los pastos. De pronto, sintió que algo la agarraba por las patas y la empezaba a sofocar.
- Pero... ¿qué te pasa amiga serpiente? ¿Por qué me haces esto?
- Disculpa amiga garza - dijo la serpiente, volviendo a su silbido habitual -. Te agradezco mucho tu amistad, pero te he contado muchas cosas de mí, y al enterarte tú mis temores y debilidades, ya no puedo dejarte ir.
La pobre garza no podía creer lo que escuchaba y aterrorizada trataba de evitar que la serpiente llegara a su cuello.
Y ese hubiera sido su fin, si no fuera porque en ese tiempo todavía sucedían los milagros, y en recompensa por su solidaria actitud, de pronto, sus patas se estiraron y estiraron impidiendo – de esa manera - que la serpiente estrangulara su cuerpo. Y así, escapando del mortal abrazo, echó a volar llevando tras de sí como una estela, sus largas patas color de rosa.


Amanda Espejo
Quilicura, 9 - 03

* Este texto lo incluí en el proyecto Hecho a mano, en forma de librito artesanal, y todo por la inspiración que me dio la linda garza de Maritza Álvarez!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Mi regalo / Prólogo de Lila Calderón

Ante los cariñosos mensajes que me llegaron debido a la publicación  en el  Blog Sech del prólogo hecho por Lila Calderón para mi libro, me vi "obligada" (en agradecimiento, no por jactanciosa) a ponerlo aquí, en mi espacio, para pegar en los comentarios las palabras de mis amigos (as).
Si lo desean, pueden leer los comentarios y dejar su valiosa opinión.

Mujer y Poesía

Fotografía obsequio de Alejandro Wasiliew


En el libro “No hay más que esto”, de la poeta Amanda Espejo, encontramos una hablante poderosa, cuya voz expresa con fuerza toda una gama de sonidos, sabores, tonos y emociones que dialogan con el ser amado, presente o ausente, encendiendo palabras que hacen arder la piel o arrojan sobre la tierra humeante las brasas del deseo para que en cada nuevo encuentro se encienda el fuego que habrá de revivir la pasión que ambos sienten, “Absortos en el mutuo reconocimiento/ de este misterio atávico/ llamado origen”, como se anuncia en el poema “Es ahora”.

Entre los temas que preocupan a la autora se encuentran fundamentalmente el amor, el paso del tiempo, el dolor de la espera, el estremecimiento que produce el observar las fuerzas de la naturaleza en su relación con la esencia femenina, y la experiencia de vivir —con toda su complejidad. Existen fuerzas que amenazan con desbaratar el encanto, desgastar el hechizo, la pasión, el asombro ante el regocijo del amor irreductible. Y el poema asiste para saborear la palabra, encadenar sonidos, dar ritmo al verso, encender el faro que da cuerpo a la marea y disipa el silencio.

Voz fecunda de mujer que a veces gime o grita, o borda de ecos y recuerdos la página reveladora, cuando al modo de una oración suplicante dice en el poema “Entresueños”: “y cómeme el corazón/ para amarte desde adentro. / Ven… revíveme ahora, / sóplame tu amor de nuevo/ quiero ser tu creación, / tú, mi dios y mi asesino”. Eros y Tanatos tensando la cuerda, vibrando peligrosamente sin saber hasta cuándo.

A veces la hablante se enfrenta con el lenguaje, lo interroga, lucha con la palabra en la búsqueda del sentido que refleje la sorpresa, el goce, la duda, la luz, la intuición rescatada al vuelo sobre el amanecer. Multiplicidad, complicidad, oráculo o monólogo, es a menudo un velo que desnuda la entrega “con la piel pegada al cristal de la ventana”. Así leemos en el poema “Un momento”: “Te floreces/ Te fluyes/ te escurres/ Te viertes/ con un asombro suave/ temblando en los ojos”. Esos ojos que le permiten también “descifrar los códigos secretos”, y que se mantienen a través de los siglos “indiferentes al polvo del tiempo/ e inmunes al engaño/ de las falsas traducciones”. Existe también el diálogo con la poesía amorosa masculina. Tal es el caso del poema “Intertextualidad”, donde cita el Poema 20 de Pablo Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, al que responde con sarcasmo: “Escribir por ejemplo… sobre la crueldad del tiempo: / tan efímero, tan inasible y leve…”

Un continuo despliegue de sedas se alzan entre las páginas de este libro, que se abren ante el lector como jardines aromáticos, dibujando sombras que parecieran danzar “entre esta humedad pegajosa, / doliente, cálida, fresca y gozosa/ que resulta del lloverse juntos, / del regocijarse juntos/ ante el descubrimiento de amar”. Una pasión que también abre heridas, obliga a cambiar de piel, o a mutar para huir del dolor, padeciendo las acostumbradas metamorfosis y resurrecciones que el ejercicio del vivir impone y del cual la poesía es capaz de dar cuenta para exorcizar la soledad, el miedo, la incertidumbre. Como en “Altamares”, cuando la hablante invoca al amado: “Tú, mi faro de cardinales, / con tus cuatro extremidades/ marcando en cruz mi destino”.

Porque la poesía teje sus redes con hilos finos y nudos fuertes, compartimos sobre el espejo del cosmos los mismos problemas humanos del origen. Y por la misma razón la intuición poética nos permite sospechar que hay un sentido superior en este transitar por la tierra… y escribimos, y buscamos en la palabra despejar el enigma, encontrar el fuego secreto… como lo hace Amanda Espejo en estos textos que nos llevan a reflexionar sobre la demoledora afirmación del título del libro: “No hay más que esto”. Y sin embargo un dramático mundo se alza para configurar el drama de la existencia que nos sitúa a todos en el mismo escenario.




Lila Calderón.
Invierno 2010.

domingo, 3 de octubre de 2010

Mi reflexión / En descarnado, publicado en Revista Koyawe # 25



*Esta es una de las tantas perspectivas en que se puede colocar un escritor-ser-humano-pensante para dar a conocer su punto de vista. Tal como un pequeño texto ensayístico, no pretende ser la verdad absoluta.



EN DESCARNADO


A saber, y a modo de reflexión:

De entre toda clase, tipo, forma o calaña de ser humano existente en la tierra, por favor, no me den un POETA, tan dañinos a mi juicio, que sólo son comparables a un inquisidor.
Tal vez, deberíamos hablar de una sub-clase, o de una degeneración del SER, puesto que, en sus estados más lúcidos, se les puede encontrar dándoselas de filósofos. Uno más de los tantos mitos que los rodean.
¡Vamos! Traspasemos pues, el velo de la ilusión y analicémoslos en toda su real dimensión.

EL “POETA-FILOSOFO”

¿Amigo de la sabiduría?
¡Bien! Si por sabiduría se entiende cambiar de careta cual si estuvieran en un baile de abanicos... estaría acertado. Dejémoslo así.
¿Enamorado del amor?
Si por amor entendemos a su propia persona, es aceptable. No hay nada que un poeta ame más que a ÉL mismo.
¿Creador de mundos nuevos?
Aterricemos: más bien, destructor de la siempre necesaria realidad. Su mundo inalcanzable no engendra más que frustraciones.
¿Forjador de sueños?
Lo dudo. Sus versos suelen ser el génesis del insomnio. Provocan sueños persistentes y, a la vez, tan intangibles, que su gravidez no basta para abatir nuestros párpados.
¿Escultor de la palabra?
Podría ser, más su cincel suele ser el egoísmo. Un continuo reinventarse a través de la belleza del lenguaje. ¿Neologismos? Simplemente, otra manera de llamar la atención de sus pares: con algo de suerte, lo recordaran como una ocurrencia suya. Lo más probable: nadie nunca lo usará.
¿Infatigable buscador de formas?
Veámoslo en toda su crudeza: INCURABLE MUERTO DE ENVIDIA. No soporta la supremacía del OTRO en cuanto a una determinada disciplina. Nada es más fácil ni conveniente que declararlo OBSOLETO, y mostrar al mundo la nueva inspiración salvadora: su nueva forma.
Pero, entonces... ¿y su sensibilidad?
Acepto que es un sentir común el pensar que los poetas gozan (o sufren) de una sensibilidad extrema que los induce, inevitablemente, al sentimiento de amar, y por consecuencia, a la creación. Sin embargo, nada más lejos de la verdad: podríamos transar en cuanto a lo relativo a su sensibilidad, pero en cuanto al orden de causa y efecto, estaríamos en un error.
La secuencia correcta no es así: sensibilidad-enamoramiento-creación. Es mucho más elaborada: estado de sensibilidad extrema – NECESIDAD de inspiración – búsqueda de SUJETO para experimento – logro de seudo enamoramiento – exaltación anímica – versos a raudales – congratulación del YO.

(Nota: si la inspiración se agota, se recomienda cambio urgente de SUJETO inspirador).

Naturalmente, lo que suceda con la hilera de sujetos damnificados que hagan huella tras su paso, no tiene la menor importancia.
Se que aún con todo lo expuesto corro el riesgo de parecer poco creíble o, lo que es peor, que mis palabras parezcan carecer de asidero fiable, sin embargo, lo tienen, y desde más de una perspectiva.

¿Podría alguien objetar la enseñanza de mi razón basada en mi propia experiencia?
No me pareciera justo.
Yo he sido una lectora más, tratando de escarbar el suelo donde se asienta un poema para SABER qué hay bajo la superficie. He apartado sus frutos, he separado sus hojas y he llegado a la raíz queriendo descubrir su esencia. La mayoría de las veces, me he encontrado con las manos vacías pues, la esencia creadora ya se ha marchado en búsqueda del final de otro arco iris.
También, en ocasiones he sido una víctima más del impacto de la belleza, y he prendado trozos de mi vida al “ dios creador” en paciente espera de que él se manifieste en mi persona... “ y te he creado y te he rescatado de entre mis sueños, y te he venerado y te he planeado tu muerte para poder gozar del placer de resucitarte...”
Mas, nada ha sucedido. Nada que no sea digno de un pequeño ídolo hecho de barro.
Poetas de barro, ídolos poetas. Poetas... sin dioses... únicos dioses de sus insignificantes personas.
Tan insignificantes como yo misma. Tan poeta YO como todos ellos. Tan poderosa de la mente y tan frágil de mi pobre alma, creada por la diosa que subyace en mí.
Poetas elegidos para iluminar conciencias, predestinados a sufrir el castigo de no lograr VER dentro de nosotros mismos... comprender esta mierda de vida... poetas de mierda. Poetas insoportables, insufribles, indeseables, irrepetibles... a veces, hasta ilegibles, pero siempre irremplazables.
Quizás en eso radique gran parte de mi manifiesto inicial: IRREMPLAZABLES.
Es cierto. No es posible ninguna clase de trueque o permuta y, para desgracia de mi persona, me es imposible librarme de esa ralea: hay UNA latente dentro de mi, y todos los días me condiciona y me lo refriega ante a mis ojos allí, dentro del sin-espacio de mi viejo espejo.




Amanda Espejo
Quilicura / Octubre 23 / 2004


Contactos para KOYAWE:
Luis Macaya Jiménez
Director-Editor Revista Koyawe
Casilla 522 - La Serena, Chile