jueves, 19 de marzo de 2009

Mi estrellita / Todas las estrellas sirven.




TODAS LAS ESTRELLAS SIRVEN


Érase una vez, arriba, en el gran cielo, una estrellita más pequeña que todas las demás, y mientras las otras estrellas se sentían muy importantes haciendo su trabajo que es iluminar el cielo por las noches, ella sólo suspiraba y miraba hacia la tierra.
- ¡Qué floja es! – decían las estrellas grandotas – Por estar mirando siempre hacia abajo, descuida su brillo y no hace bien su trabajo.
Porque, ustedes han de saber que las estrellas no son flojas y tienen muchas cosas que hacer.
-Yo soy muy importante – dijo una que daba reflejos color rosa – Anoche me acerqué a un joven que lloraba por amor, y gracias a mi brillo, él me miró y maravillado con mi color, escribió un poema a su amada.
-Eso no es nada – dijo otra, algo gordita y con una cola pequeña – La otra noche, habían tres pescadores perdidos en la niebla, y gracias a MÍ, a mi gran tamaño y hermosa cola, pudieron llegar a la playa sanos y salvos.
Y así, una tras otra iban jactándose de su importancia.
La chiquita pensaba: Yo soy tan pequeña, que mi luz no sirve para nada importante... quisiera ser importante para alguien, como los niños que hay en la tierra... ¡Cómo quisiera ser una niña!
Estaba tan triste y apagada que el Buen Dios pensó: Es verdad, es demasiado pequeña. Le cumpliré su deseo para que en la tierra sirva a alguien.
Y estirando su poderoso dedo, señaló una casa donde un papá y una mamá deseaban mucho, MUCHO, tener un hijo, y dijo a la estrellita: He escuchado tu deseo y la oración de ellos, anda y cumple tu misión.
Y así nació en esa casa una linda niñita que llamaron Valentina (...).






Así comienza el cuento que escribí para valentina hace ya cuatro años atrás, con la ayuda de Bernardo en la diagramación y montaje de fotos.
De esto sólo hice siete ejemplares, artesanalmente, y todos los obsequié. Es mi sueño lograr otra edición, de una cantidad superior y, preferentemente, que pudiese salir a la luz.
Por mientras, lo publico aquí. en mi espacio personal.


Amanda Espejo

jueves, 5 de marzo de 2009

Mi conclusión / Masome





MASOME




Está de +
que acumule nombres en el librero.
Sacudir el polvo
una y doscientas veces
o resbalarme por el dial
en busca de la cantinela correcta.

Están de + las botellas apiladas bajo la mesa.
(No basta, aprendiz de geisha)
Delinearme los párpados
Morderme a sangrar los labios
Perfumarme el lóbulo y las muñecas.
No basta
No salva
No llena
que te rompas la pelvis entre mis piernas.
No es tu siembra lo que busco.
Es mi ajusticiamiento.
El pago justo a todos mis favores.
Yo,
MASOME
Tendida en cruz
La piedra angular del acertijo
La explanada viva del sacrificio
Tal como lo impusieron en mi frente
desde el principio de los siglos.
MASOME
Mitad perra y mariposa
Camino erguida por no reptar
Ondulante, cierta, triunfante
entre los juncos vivos de tu nidal.
Yo,
MASOME-VERDE-MANZANA
Única-ofrenda-obligada
según se vislumbró tras las turbias persianas del paraíso:
"Y Él, te aplastará con el pie”.
Cualquier otro pronóstico,
está de +.



Amanda Espejo
De mi libro en barbecho: NO HAY MÁS QUE ESTO.
(Este texto lo publiqué en LA MANCHA y me gusta tanto, que lo rescato ahora...)

martes, 3 de marzo de 2009

Mi amigo / Un nuevo Lázaro






UN NUEVO LÁZARO




Habría que hacer algo contigo...
( Y lo que sea, será)

Salvar las distancias estelares hasta rondar tu Mar Muerto.
Meter las manos al agua un mucho más allá que el codo
hasta jalarte los cabellos e izarte a la superficie.
Habría... que sacudirte suave,
soplar de nuevo en tu nariz el cálido aliento de vida
y hacerte revivir.
Ensamblar tus huesos uno a uno,
recontar las vértebras de tu espalda con dos de mis dedos:
índice y medio, del cuello hasta las nalgas.
Habría que lamerte entero,
hasta barrer todo rastro de sal,
pulsar con mi lengua tus cuerdas vocales,
reafinar en doble escala el bello timbre de tu voz.
Habría que... recomponerte todo,
re-dibujarte el torso, elongar tus brazos y piernas
y reventar tus venas con la fuerza de la erección.
Habría que... amamantarte de nuevo
para recuperar el Símbolo,
alternar derecho e izquierdo ( recordarte las secuencias),
mis latidos, compartidos,
sólo hasta que aprendieras a respirar.
Habría entonces,
que contemplarte rehecho
en el fondo, renacido: un Lázaro fresco, en vivo
sin los tumores de la muerte
ni las llagas latentes de la soledad.
Tendría, finalmente,
que admirar sin dudas tus nuevos colores:
tú, erguido, firme sobre tus dos pies
con la belleza impaga de la desnudez.
Y yo
(pobre aprendiz en el oficio de hacer),
en un gesto cierto de amor
esparciría mi orgullo en la arena,
desgarraría tus dedos de entre mis dedos
y te daría sin miedo la libertad.

Habría, sin duda alguna
que ordenarte:
¡Anda, levántate y vuelve a andar!



Amanda Espejo
Quilicura/25/08/06