lunes, 26 de diciembre de 2011

Mi grito / Cristo está muriendo


 Hace unos años, impactada por el cariz cada vez más parafernálico que se le da a las navidades, escribí algo al respecto visto desde una perspectiva que pudiese parecer negativa pero que, al contrario, piensa positivamente en rescatar la esencia de esta fecha. Se lo mostré a un amigo de aquél tiempo, muy católico, y me dijo que estaba bien escrito pero que era como ..."mala leche" aguar la felicidad de los demás con comentarios así. Le hice caso...no es mi fin el hacer daño "porque sí" . Sin embargo, la madurez siempre acarrea sabiduría en varios aspectos, y uno de ellos -para mí primordial- es el no falsearse a sí mismo. .
así pues, y viendo que nada ha cambiado, al contrario, esta vez me atrevía a publicarlo y compartirlo en dos sitios accesibles.
Pienso, a mi amigo si lo ve, se le van a "parar los pelos", y también seguramente a otras personas que pretenden todo escrito sea bonito y políticamente correcto. No es mi caso...menos aún con el tremendo golpe al respeto y compasión humana acontecido ayer en Nigeria, en donde hasta hace pocas horas los muertos pasaban de la treintena. Un asco. Una vergüenza. Una crucificación múltiple al Cristo que tantos dicen amar y respetar.

Para quien lo desee, los enlaces de abajo lo conducirán al tema que hablo.


Atina Chile / Cristo está muriendo

Cinosargo / Cristo está muriendo

Collage fotográfico: Amanda

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mis recuerdos / Desvelos...

Tal vez, consecuencia del film "Locas Mujeres", o tal vez a causa de este bajón que, espero sea pasajero, el caso es que me he visto rebuscando en mis archivos huellas escondidas, olvidadas, de mi palabra. No va por el cuento o poema esta búsqueda. Más bien por el apunte, la nota al pasar, o en su aspecto más cuidado, el texto epistolar. ¡Y vaya que escribieron cosas hermosas las "locas mujeres"! Como será, que hasta me dio un poco de pudor estar allí, espectadora tardía, voyerista avergonzada y no invitada, siendo testigo de todas las ternezes que se prodigaban la una a la otra.

En mi caso, no hay "otra", es (o era) otro, pero es lo mismo a la hora de incorporar el lenguaje del corazón. Es así como encontré la epístola perfecta para conciliar este estado de ánimo y la esperanza /desesperanza de lo que está por venir. De una cosa estoy segura: todas las mujeres oscilamos en recurrentes estados de locura.




DESVELOS...


Son casi las cuatro de la madrugada y no puedo dejar de pensar en ti...
El sueño ha huido de mi mente desde hace un largo espacio "negro", en donde los nombres que pueblan mi mundo se suceden y anteponen uno al otro en total arbitrio de cada cual.
No soy yo quien ordena; todos me importan de una u otra manera, por lo tanto, validados en ello, luchan entre sí para ver quién logra mayor atención.
Y así se han deslizado los minutos que ya van pesando horas, en medio y presente de esta danza de símbolos que gira en la oscuridad y crece y desaparece a voluntad.
Tú no, amor. Tú no te has ido. Tú permaneces en medida de tu ausencia.
Y parece loco esto, pero, es ASÍ: tú permaneces y perduras mientras menos estás. No estás y estás latente. ERES. Eres, consistentemente en medio de tu falta.
Y eso mismo te hace especial, porque no te es necesario un espacio físico para SER; ni un tiempo preciso e incluso, ni una forma determinada: basta con que te piense... y allí estás, SIENDO, HABIENDO, llenando los rincones perdidos de mi pensamiento. Rompiendo con ello, toda lógica, sobre todo, la que dice que para SER, se precisa ESTAR.
Tú rompes con ello. Rompes todas las reglas que pretendes normar los requisitos de la existencia.
Y me pregunto... ¿por qué?
Y me contesto... ¿para qué?
¿Para qué tu presencia, si tu simple ausencia magnifica tu permanencia en completo desacato a todas las reglas?
No lo sé... tampoco puedo explicarlo, pues, me carcome la paradoja:
No estás y te tengo. Te tengo y muero sin ti.
Es allí cuando todos los símbolos, sencillamente, no bastan; cuando tu aletargada permanencia se me hace presencia pura de tu ausencia.
Y los nombres se disparan, amor, huyen por los rincones de esta habitación buscando el refugio más sombrío dentro - paradójicamente - de esta habitación a oscuras. Huyen avergonzados, lastimados tal vez, sin querer, ante mi eterno desvarío de buscarte, de nombrarte, de hallarte una y mil veces dentro de mí y no bastarme, no llenarme lo suficiente de ti.
Y es que tú permaneces amor, aletargado y en silencio. Agazapado en las sombras de la espera. Mi espera... nuestra espera, todo por culpa de no SABER.
A eso se reduce todo: a la implacable agonía de no saber de ti.
Y es tan fuerte tu falta amor, tan llenos los minutos de ella, que se han vuelto pesados dentro de su misma inconsistencia; entonces, como una forma desesperada de no parar el tiempo y con ello, atrasar el momento de SABER, he cortado las sombras con el filo de la luz y he impreso a golpe de puño y torsión de muñeca las pruebas palpables de tu presencia inasible en medio de tu ausencia, aquí, sobre el papel, mudo testigo de mi tristeza por no tenerte a mi lado y, al mismo tiempo, conservarte siempre dentro de mí.
Si tú supieras, amor... si tú supieras.


Amanda Espejo
Quilicura/09/10/2006