martes, 18 de agosto de 2009

Poema LLOVIÉNDONOS






Podría ser... lluvia

intempestiva, caprichosa,

de aquella que no pide venia

para imponer su presencia.

Y así, a mi completo antojo

lloverme sobre ti (en silencio),

con el anonimato gratuito

que dan las multitudes.

¿Quién puede sentir mi llanto entre millares de gotas?

Nadie. Nadie que no seas tú.

Tú, que conoces mi canto de agua.

Tú, que apaciguas las tormentas

aún las que no habitan en lo alto.

Tú, que percibes lo intangible,

lo que no lucra de palabras:

los continuos aullidos del alma

que elévanse hacia los cielos

en busca de... nada, NADA.

No existe alivio ni otro destino,

sólo ciclos eternos

refinadas formas de dolor.

Y me lloro de nuevo

esta vez, de un modo inverso:

desde afuera hacia el centro

con la esperanza incierta de...

tal vez... lavarme de todo sufrir

de toda nostalgia y todo sentir,

de toda certeza que no seas tú.

Y entonces, (por reflejo),

quiero encontrarme en tus ojos

para llorarme por fuera y por dentro.

Porque, este es mi sino:

no más que una mujer de agua,

sin más vida que el leve tiempo

en que escurre por tu cuerpo,

sin más anhelo ni desvelo

que un día (o quizás noche), tú...

también te mires en mis ojos

y entonces, (por reflejo),

te llores tú junto conmigo,

empapados hasta los huesos

abiertos, deshechos y rehechos,

entre esta humedad pegajosa,

doliente, cálida, fresca y gozosa

que resulta del lloverse juntos

del regocijarse juntos

ante el descubrimiento de amar.




Amanda Espejo
Quilicura, 2007

Fotofrafía: Amanda y Pablo

lunes, 3 de agosto de 2009

Poema ALGO ASÍ...




ALGO ASÍ...





De vez en cuando, dormía así:

con los brazos cruzados,

curvos y apretados

sobre la cálida luna de su vientre.




Soñaba tal vez...

Acunando, conteniendo, prolongando

todos los calores

los orgasmos, los temblores,

inducidos por...

el tanteo, la lamida y el jadeo

del intruso persistente,

(no nombrado)

empecinado en guarecerse

en el húmedo refugio

que (ella) esconde entre sus piernas.




Los viernes, noche,

casi rozando la madrugada,

después de la venida, la irrupción

y la estampida al galope

del Amatorio Prestado

( y para no llorar su falta...)

ella dormía así.







Amanda Espejo
Quilicura/20/05/07

Publicado en Revista KOYAWE # 11