martes, 29 de junio de 2010

Mi vigilia / Duermes





DUERMES...



Amparado por una lejanía imprecisa...
Tú, duermes.
Yo velo.
Desgarrada por la urgencia que tu ausencia me genera.
Vuelo
y busco un accidente en el cielo : quizás,
el descuelgue sin aviso de alguna estrella fugaz.

Tú duermes.
Yo me volteo y volteo...
Con un arqueo en el lomo se me disparan los sueños.
Invento
los que me cuento despierta cuando de a poco te muestras
por pedazos ( por fragmentos ).

Tú duermes.
Yo espero.
Y me recorro en despacio para sentir que me sientes.
Oscura
por no iluminar mi NADA con nada de lo que quiero:
son...tus detalles pequeños.

Tú, duermes.
Yo quiero.
Nada más ni nada menos que la gracia incomparable
de lo que NO se está cierto.
Ausculto...
rescatando de entre las sombras aquella forma insinuada
y ansiada por mi pasión.

Tú, duermes.
Yo deseo.
Desde tus palmas en bruto hasta el fragor de tu aliento.
Me enciendo
bajando desde mi hombro, inspeccionando mi vientre
con el ardor de mis dedos.

Tú, duermes.
Yo me encelo.
Hasta de la manta envuelta en tu cintura dormida.
Me pierdo
entre tu ser, el dormido y entre el soñado, enclavado
a lo largo de la noche
y a lo hondo de mi cuerpo.

Y tú... ¿duermes amor?
¿Y esto que a mi lado siento?
¿Y esto que moja mis sábanas?
¿Y esto que estalla por dentro?

Tú...
¿Será que ya has despertado amor?
¿O soy yo que aún te sueño?




Amanda Espejo
Quilicura/ 08/2006

Collage : Amanda

miércoles, 23 de junio de 2010

Mi historia / Según la naturaleza.



SEGÚN LA NATURALEZA




Dicen que los lobos sólo aúllan a la luna...
Falso. Yo sé de una (la que testimonia), que vive penando al sol. Alaridos silenciosos, tanto o más estridentes que los aullidos nocturnos. ¿Parece extraño? ¿Será posible, acaso, ir contra la naturaleza? Tal vez, considerando que toda mi vida ha sido un accidente.
Hace muchos años, muchos más de los asignados a mi especie, mi existencia era feliz. A mis ojos se abrían los secretos senderos del bosque y cada cual conducía a una nueva revelación.
Las verdes praderas se mostraban ante mí en toda su vastedad y el cielo me brindaba gozos variados de viento, lluvia y nieve. La naturaleza entera cantaba para mí:


“ Vamos pequeña, corre y salta,
fortalece tu cuerpo para la caza.
¿Sientes qué bien huele la pradera?
Huele a flores dulces,
a humedad de tierra,
a sudor salado, a sangre fresca.
Sigue tu instinto, corre y mata.
No se puede ir contra la naturaleza”.


El poder de ese canto profético colmó mi espíritu, al tiempo que un irresistible olor caliente a vida salada me arrastraba hasta la ribera de una huella de agua...
Lo reitero... fue un accidente:


“ Y allí estabas, extraño...
reclinado sobre la orilla,
tan fresco de vida como yo.
Frágil, como cría de ciervo,
desvalido, como polluelo caído.
Tu piel lisa, de tierra pálida
y los ojos... tan llenos de tristeza
que el temor no tenía cabida en ellos...”


Fue sólo un instante... (un accidente). Yo me miré en tus ojos, tú te buscaste en los míos y un trozo de nuestras almas cambió de lugar. Las viejas enseñanzas de nuestros antepasados tenían razón y un viento frío de extraños presentimientos nos obligó a huir.
¿Se puede olvidar sólo dando la espalda?
Imposible. No se puede ir contra la naturaleza, y así, incompleta, no soy más que una consecuencia que ni la misma muerte acepta recibir entre sus brazos. Se me han otorgado años, interminables eslabones de tiempo para completar mi búsqueda y he recorrido diferentes geografías en pos de tu olor caliente, a sal de vida, sin reparar en nombres de pueblos, fechas o costumbres de hombres.
Así llegué a este lugar, de nombre en lengua extraña, indiferente para mí, de montañas escasas donde nunca cae mi amada nieve.
Aquí me he refugiado y paso el día aullando al SOL, hasta que la noche ensombrece los caminos y en silencio, puedo deslizarme al valle, al poblado, a sus gentes. De ahí también, obtengo cada luna llena mi alimento, (no se puede ir contra la naturaleza) seres como tú, frágiles como tú, pero carentes de lo que busco: una parte de mi espíritu.


“ Soy la NADA... un accidente,
una depredadora a medias
de apariencia salvaje
y perfume de mujer...
Mi especie me ha rechazado,
los hombres me han perseguido
y hasta el Gran Hacedor
se olvidó de mi destino...”


Dicen que los lobos no pueden llorar...
Falso. Yo he llorado hasta la última partícula que respiro, y hace tres noches, durante la pasada luna llena, incontenibles lágrimas de alegría desbordaron mi SER: he percibido tu olor y fue una sensación tan aguda que frustró mi cacería y cualquier otro impulso ordenado por mi instinto.
Por eso, esta noche he regresado tras tu estela hasta el pórtico de tres piedras. He traspasado el umbral y he subido hasta tu habitación... te he encontrado y me he encontrado. Extraños amuletos cuelgan de tu pecho... ¿de qué te proteges? ¿Qué dioses has debido inventarte para controlar tu instinto?
La sorpresa de tu mirada al verme da paso a la incredulidad, y luego, a la pena... ¿pena de qué?
Mi corazón (de hembra) parece estallar de alegría. Como puedo, te hago señas para que me sigas, y juntos, salimos a la noche donde una lluvia fina y fría, tan fría como la de mis añoradas montañas nativas nos da la bienvenida.
¡Soy feliz! Así es como DEBE ser. No se puede ir contra la naturaleza.


“¡Anda, ven, corre a mi lado!
Saludemos a la hermana lluvia
que nos trae el perdón de nuestros antepasados.
La larga muerte ha terminado...
La vida prometida se vislumbra
al resplandor del relámpago”.


Mi loca carrera, más parece una danza mágica, parte del ritual en donde el círculo peregrino llega a su fin. 
Tú, me has seguido en silencio y esta vez, yo sí aúllo a la luna con la certeza de haber recuperado mi destino. Luego, me acerco a ti, para lamer tu mano, en un gesto de amor...


“ Hoy, al verte, me he recuperado:
No existe más Señor, que tú,
ni más diosa, que yo en tus ojos...
Déjame lamer tu cuerpo,
deja que mi lengua áspera descubra 
brillos de cobre en tu pecho...”


Fue... sólo un accidente, no más que un segundo en que tus ojos vistieron la dureza del acero... y también acero fue lo que hundiste en mi pecho en busca de mi corazón. Antes que mis ojos se nublaran por completo volví a encontrarme en los tuyos, mientras de tu boca endurecida, apenas audibles, brotaban estas palabras: “Perdóname. Tú ya sabes que no se puede ir contra la naturaleza...”






Amanda Espejo
Quilicura -11-2004

Dibujo de Maritza Álvarez

domingo, 20 de junio de 2010

Mis secretos / Sobre los libros de autor




Durante la lectura realizada el pasado quince de Junio, Collage de Poetas, además de leer, la intención fue mostrar el trabajo de Lila, Yazmín y yo, en cuanto a la fabricación de unos libros-objetos de autor hechos a mano. El resultado de este proyecto fue tan importante en lo personal para mí, y también para mis compañeras, que he querido aquí, en mi espacio propio, hablar un poco más sobre aquello, ya que en la muestra que puse en LA MANCHA, me atengo más bien a la lectura y a todos los participantes y público democráticamente. Sin embargo, aquí me puedo permitir un prisma más vanidoso, total, es mi espacio y si no es aquí...¿dónde entonces?
Mi libro, del cual hice tres ejemplares, se llamó SECRETOS, porque mi idea era darle el aspecto de un estuche fino y muy femenino, en el cual se pudiesen depositar los secretos más preciados. Es así como para ilustrarlos usé diferentes métodos, tales como dibujos ( en tinta, grafito y color), pegatinas, collajes e impresiones de distinto tipo. El papel fue un kraff un poco más grueso que el normal y papel mantequilla impreso como encaje para separar un texto de otro.
Los textos elegidos fueron: El Abroche, El Gesto, D20, El Antes, Aprendizaje, En Rouge y Misterios (versión resumida). De ellos, todos están en este blog, menos Misterios, el cual compartiré con ustedes ahora.
Lo más valioso de trabajar en conjunto, ha sido - a mi parecer - el enriquecimiento que otorga el ser parte del proceso de creación de mis compañeras, ya que cada cual tiene su forma, visión y estilo de imprimir sus creaciones, y somos tan diferentes y, al mismo tiempo tan parecidas en la fuerza de creación, que... es difícil explicarlo pero... los instantes de trabajo compartido se pueden definir, sin exageraciones, como MÁGICOS. Por ello, también, he querido explicar aquí un poco más de esto y compartirlo, en la distancia, con ustedes.


MISTERIOS


(¿Dónde estás?)
(¿En qué representación de ti mismo te escondes?)

Anoche, insomne, entre despierta y dormida,
la noche se ha parido a sí misma ante mis ojos
una y otra vez... y heme allí de nuevo, repetida,
con los ojos abiertos, cegados ante el resplandor
de luces negras estallando incontrolables ante mí.
Noches paridas de corta vida y sucesivas muertes
que develan ante mí el misterio de la dispersión.
Me (y te) respiro lento... aletargada, casi inmóvil,
entregada, confundida e inmersa en las sombras.
Sombras que se niegan a permanecer en la inercia.
Se reproducen. Y lo hacen, como viscosas amebas
sin urgencias, ni necesidad alguna de fecundación,
en una rutina irritante, profundamente contagiosa.


(Despiértame y arráncame de este SER y no ESTAR
que cala y segmenta cada pensamiento de mi razón)

Hasta que todo en mí se estalla en mil pedazos:
y me quiebro, me astillo, me desarmo, me pierdo,
me deshago y luego me rehago una vez tras otra,
a ciegas, sin más huella que el instinto atávico
de parir... parirme a mi misma en forma recurrente
al loco influjo de la noche, donde cada nuevo ser
es paralelamente, un fragmento de mi totalidad.
Un instante estancado en la línea de tiempo -------
con una pequeña y " corta - vida" independiente.
Anoche... (recién ahora), la noche se está pariendo:
se está pariendo de penas, añoranzas y desvelos,
lenta y segura, indiferente a los apremios del tiempo,
y en efecto de simbiosis, lo voy haciendo con ella.
Me he parido de conciencia, corazón y de entrañas
hasta que ha muerto de envidias el nuevo cielo,
y se llora... (pariéndose),en lágrimas de lluvia fresca.

Y tú... ¿dónde estas?
¿En qué lluvia, de qué cielo, en qué noche y de qué vida te encuentro?




Amanda Espejo

martes, 15 de junio de 2010

Mi cuento / La Inmóvil




LA INMÓVIL


No puedo pensar... o mejor dicho, entender qué soy y qué hago aquí, en este lugar absolutamente desconocido para mí que pareciera ser el interior de un cubo de color indefinido, teñido de sombras.
Hay varios rostros de... personas que me observan atentamente, con la expectación dibujada en sus gestos y mueven sus labios sin sonido como si me hablaran. Tal vez lo hacen... yo no puedo hacerlo ni tampoco puedo descifrar el murmullo sordo que percibo a lo lejos.
¿Alguna vez tuve voz y pude hablar?
¿Por qué siento que no soy más que un par de ojos que absorben cada vez más dentro de sí?
Quizás esa es la razón por la cual me miran tanto. Puede que yo sea tan sólo la encarnación de una mirada silenciosa, de esas que abarcan la infinita vastedad del horizonte, pero, si dirijo mi mirada un poco más abajo, veo unas manos – creo que son las mías – y la forma de un cuerpo (¿mi cuerpo?) bajo una manta tejida.
Es desesperante... apenas si puedo mover con dificultad algunos dedos de esta mano extraña, pero, eso ha bastado para que los rostros que me rodean se agiten y se acerquen hacia mí arrastrando unos cuerpos extraños que yo deduzco, deben ser de hombre y de mujer.
Mujer.
Me duele este pensamiento. Me abstrae y me duele tanto que hace brotar de mis ojos – debo tenerlos - algo húmedo y tibio que se desliza por mi mejilla. Esto parece consternar a los “extraños” y a una de ellos en particular. Se acerca a mí y me abraza. Ahora puedo distinguir más claramente su voz: dice algo parecido a “mamá”.
Me sofoca su abrazo y me altera la repetición de esa palabra que no logro comprender. Hago un esfuerzo con toda mi alma para zafarme de ella y gracias a ello, consigo realizar un movimiento notorio. Ellos se sorprenden – lo veo en sus ojos – y me hacen infinidad de preguntas que no soy capaz de asimilar.
Otro de ellos corre las cortinas y abre un poco la ventana; luego, echa la manta hacia atrás. Es cierto... hay un cuerpo debajo de esa manta, un cuerpo de mujer. MI cuerpo... un envoltorio extraño, totalmente desconocido para mí. Quiere decir entonces, que efectivamente, estoy dentro de un cuerpo de mujer y el comprobarlo me provoca una angustia avasalladora.
¿Por qué ES así? Yo no entiendo nada, no recuerdo nada y no tengo ninguna seguridad fuera de saber que FUI algo. Un “algo” que todavía soy, y que por lo visto, se llama mujer y mamá.
Y de pronto, el significado de esta palabra estalla dentro de mí.
Mamá.
Me invaden variadas sensaciones y, al fin, comprendo exactamente el concepto. Lo que no consigo saber, es por qué lo fui. Qué sucedió para que lo fuera. No recuerdo nada... la constatación del hecho ha caído sobre mí sin que pueda evocar algún sentimiento, algún instante de concepción, ni siquiera el más leve gesto de parir.
Cierro los ojos y hago un esfuerzo máximo... Sólo hay vacío y un creciente olor a tierra húmeda que me llama. Sin embargo, inexorablemente me rindo a la evidencia. Mientras acomodan mis ropas, entreveo una cicatriz en el medio de mi vientre y una luz roja se dispara en mi memoria... ALGO salió de allí. Alguien. Un alguien pequeño y vulnerable, bañado en sangre, mi propia sangre y por lo tanto, parte de mí.
El calor de mi sangre olvidada invade todos mis sentidos. No vislumbro todo, pero lo siento... es verdad... estos “rostros desconocidos” son parte de mí , de mí que no sé exactamente lo que soy, e ilógicamente, ellos me obligan a ser lo que nunca pensé: parte de un algo establecido.
No lo entiendo... aún con este ínfimo resto de memoria que rescato, no lo entiendo.
Yo no soy ESTO. Yo nunca tuve un cuerpo; fui sólo una esencia doblegada por deseos ajenos.
Nunca deseé nada que no fuera sencillamente SER. Calladamente, tranquilamente, libremente. Creo que nunca lo logré, sino, no me sentiría así como me siento: parte de la nada.
Algunas sensaciones lejanas se me insinúan dentro de este calvario de inmovilidad: un capullo... Siento que estuve dentro de un algo envolvente y protector, como un capullo... ¿será que fui mariposa?


Y también intuyo algo húmedo y resbaloso que me arrastra... ¿será que fui un pez?
Luego, todo se convierte en una inmensa nebulosa que si me esfuerzo en disipar, me produce un intenso dolor... ¿será que alguna vez pude sentir algo más que esto?
Ya no quiero saberlo.
Sé que estoy cansada, que mis ojos insaciables ya se han hartado, que mis oídos han vuelto a gozar del silencio y este cuerpo débil y desgastado a causa de todo lo que no puedo recordar, no quiere más que enrollarse una vez más como un caracol sobre sí mismo, en un último abrazo antes de ser... lo que tenga que ser.
Lo acepto.
Puede , tal vez - y no estoy en condiciones de asegurarlo - que yo haya sido muchas cosas y que sean muchas las que he olvidado, pero hay algo ¿quizás un sueño? que sí recuerdo. Un cuento sobre una niña que llegaba ser la más bella y feliz de las princesas y que nunca, nunca se cumplió .
El resto es asombro, permanencia y olvido.



Amanda Espejo

Dibujo: Zara Bahdí

viernes, 11 de junio de 2010

Mi propuesta / El abroche




EL ABROCHE



Abrochemos nuestros cuerpos en sencillo
(no todo ha de ser exaltación).
Amasemos en tibio el pan nuestro de cada día
al lado de una taza de chocolate.
¡Observa la gracia conque cae la hoja por un beso de viento!
Dejemos nuestros zapatos junto a la desnudez del árbol
y aguardemos reposados la llegada
de la primera lluvia de invierno.






Amanda Espejo
Quilicura / Abril / 2010

Collage: Amanda 

Este texto y su imagen están incluídos en el libro artesanal SECRETOS.