martes, 15 de junio de 2010

Mi cuento / La Inmóvil




LA INMÓVIL


No puedo pensar... o mejor dicho, entender qué soy y qué hago aquí, en este lugar absolutamente desconocido para mí que pareciera ser el interior de un cubo de color indefinido, teñido de sombras.
Hay varios rostros de... personas que me observan atentamente, con la expectación dibujada en sus gestos y mueven sus labios sin sonido como si me hablaran. Tal vez lo hacen... yo no puedo hacerlo ni tampoco puedo descifrar el murmullo sordo que percibo a lo lejos.
¿Alguna vez tuve voz y pude hablar?
¿Por qué siento que no soy más que un par de ojos que absorben cada vez más dentro de sí?
Quizás esa es la razón por la cual me miran tanto. Puede que yo sea tan sólo la encarnación de una mirada silenciosa, de esas que abarcan la infinita vastedad del horizonte, pero, si dirijo mi mirada un poco más abajo, veo unas manos – creo que son las mías – y la forma de un cuerpo (¿mi cuerpo?) bajo una manta tejida.
Es desesperante... apenas si puedo mover con dificultad algunos dedos de esta mano extraña, pero, eso ha bastado para que los rostros que me rodean se agiten y se acerquen hacia mí arrastrando unos cuerpos extraños que yo deduzco, deben ser de hombre y de mujer.
Mujer.
Me duele este pensamiento. Me abstrae y me duele tanto que hace brotar de mis ojos – debo tenerlos - algo húmedo y tibio que se desliza por mi mejilla. Esto parece consternar a los “extraños” y a una de ellos en particular. Se acerca a mí y me abraza. Ahora puedo distinguir más claramente su voz: dice algo parecido a “mamá”.
Me sofoca su abrazo y me altera la repetición de esa palabra que no logro comprender. Hago un esfuerzo con toda mi alma para zafarme de ella y gracias a ello, consigo realizar un movimiento notorio. Ellos se sorprenden – lo veo en sus ojos – y me hacen infinidad de preguntas que no soy capaz de asimilar.
Otro de ellos corre las cortinas y abre un poco la ventana; luego, echa la manta hacia atrás. Es cierto... hay un cuerpo debajo de esa manta, un cuerpo de mujer. MI cuerpo... un envoltorio extraño, totalmente desconocido para mí. Quiere decir entonces, que efectivamente, estoy dentro de un cuerpo de mujer y el comprobarlo me provoca una angustia avasalladora.
¿Por qué ES así? Yo no entiendo nada, no recuerdo nada y no tengo ninguna seguridad fuera de saber que FUI algo. Un “algo” que todavía soy, y que por lo visto, se llama mujer y mamá.
Y de pronto, el significado de esta palabra estalla dentro de mí.
Mamá.
Me invaden variadas sensaciones y, al fin, comprendo exactamente el concepto. Lo que no consigo saber, es por qué lo fui. Qué sucedió para que lo fuera. No recuerdo nada... la constatación del hecho ha caído sobre mí sin que pueda evocar algún sentimiento, algún instante de concepción, ni siquiera el más leve gesto de parir.
Cierro los ojos y hago un esfuerzo máximo... Sólo hay vacío y un creciente olor a tierra húmeda que me llama. Sin embargo, inexorablemente me rindo a la evidencia. Mientras acomodan mis ropas, entreveo una cicatriz en el medio de mi vientre y una luz roja se dispara en mi memoria... ALGO salió de allí. Alguien. Un alguien pequeño y vulnerable, bañado en sangre, mi propia sangre y por lo tanto, parte de mí.
El calor de mi sangre olvidada invade todos mis sentidos. No vislumbro todo, pero lo siento... es verdad... estos “rostros desconocidos” son parte de mí , de mí que no sé exactamente lo que soy, e ilógicamente, ellos me obligan a ser lo que nunca pensé: parte de un algo establecido.
No lo entiendo... aún con este ínfimo resto de memoria que rescato, no lo entiendo.
Yo no soy ESTO. Yo nunca tuve un cuerpo; fui sólo una esencia doblegada por deseos ajenos.
Nunca deseé nada que no fuera sencillamente SER. Calladamente, tranquilamente, libremente. Creo que nunca lo logré, sino, no me sentiría así como me siento: parte de la nada.
Algunas sensaciones lejanas se me insinúan dentro de este calvario de inmovilidad: un capullo... Siento que estuve dentro de un algo envolvente y protector, como un capullo... ¿será que fui mariposa?


Y también intuyo algo húmedo y resbaloso que me arrastra... ¿será que fui un pez?
Luego, todo se convierte en una inmensa nebulosa que si me esfuerzo en disipar, me produce un intenso dolor... ¿será que alguna vez pude sentir algo más que esto?
Ya no quiero saberlo.
Sé que estoy cansada, que mis ojos insaciables ya se han hartado, que mis oídos han vuelto a gozar del silencio y este cuerpo débil y desgastado a causa de todo lo que no puedo recordar, no quiere más que enrollarse una vez más como un caracol sobre sí mismo, en un último abrazo antes de ser... lo que tenga que ser.
Lo acepto.
Puede , tal vez - y no estoy en condiciones de asegurarlo - que yo haya sido muchas cosas y que sean muchas las que he olvidado, pero hay algo ¿quizás un sueño? que sí recuerdo. Un cuento sobre una niña que llegaba ser la más bella y feliz de las princesas y que nunca, nunca se cumplió .
El resto es asombro, permanencia y olvido.



Amanda Espejo

Dibujo: Zara Bahdí

5 comentarios:

  1. Amanda, me dejas muda.
    Cuánta destreza,mujer! y sobretodo una sensibilidad que me estremece por completo.
    Tu cuento es muy profundo.
    Mi admiración para ti. Y un abrazo...

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  2. Querida Amanda, no me resulta difícil comprender esto porque me cré en Chile rodeado de mujeres, hospitales azules (como escribió Pablo), partos, fetos, cesáreas, pérdidas de la identidad, miedo y llamados de la muerte. La tierra húmeda que dices que te llama tendrá que esperar un buen tiempo porque tu fuerza y tu amor por la vida es evidente.
    De todos modos me ha impresionado mucho tu cuento.
    Un gran abrazo fértil y frondoso.

    íAN.

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  3. sigamos en los sueños
    que ellos nos rediman y nos eleven

    bien por tu narrativa
    se te da sin sobresaltos,fluída

    besitos de luz
    ten un día lindo, a cuidarse de las recaídas:)

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  4. Gracias, amigos por vuestros cariñosos comentarios. Estoy en deuda con ustedes, pues... hay tanto tema pendiente que tengo que tocar con cada uno de vosotros que... quisiera dividirme, multiplicarme para cumplir con todo lo que el corazón me dicta! La salud no me ha acompañado mucho, pero estoy en franca mejoría así es que pronto, prontito me pondré al día.
    Ayer, lo de la lectura salió todo muy lindo!
    Lo puse en el blog de LA MANCHA por mientras....

    Besos......¡ah!, y gracias mil por el abrazo frondoso...AMO LOS ÁRBOLES!

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  5. Querida Amanda, releyendo tu cuento, que me atrae como si fuera un imán literario y vivencial, quiero decirte también que tu léxico, la arquitectura de su forma, me fascina.

    Te desplazas con tus palabras y tus frases con la destreza aquella con que los cisnes aterrizan en el agua de los lagos después de sus larguísimos vuelos.

    Te dejo mi admiración y un abrazo.

    íAN.

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