jueves, 16 de junio de 2011

Mi pregunta / Sobre una tarde especial.

Características de una tarde especial


¿Qué motivos suelen confabular para que un día o (parte de él) se convierta en algo especial? Parece una pregunta simple, no cabe duda, sin embargo, cada vez estoy más convencida de que las cosas simples revisten detalles de la mayor importancia.


Esta reflexión la llevo a cabo después de repasar uno a uno todos los acontecimientos vividos por mí el día martes recién pasado. Esa tarde estaba comprometida a leer en un homenaje a Gonzalo Rojas a realizarse en la Biblioteca Municipal de Maipú, a las 19 hrs. Un día antes, algo me impelió a llamar a una amiga - también especial - de allá, Gladys Salinas. Lo hice, y como desde mucho estamos con ganas de juntarnos para conversar de unos temas…también especiales, quedamos en vernos a las cinco de la tarde para tomar el té antes de mi cita. Una emoción singular me embargaba mientras viajaba hacia esa comuna…y es que ella, Gladys, acaba de pasar por una experiencia delicada y está, con toda razón muy….frágil y sensible todavía. Pensaba, dentro de mí, que ningún tiempo podría ser mejor ocupado que el que compartiría con ella, y es raro cuando pienso eso, pues…es una sensación tan vívida que a veces creo (o imagino) que “alguien” también especial me envía a tal o cual lugar para que “sirva de algo”, es decir, de apoyo, de escucha, de consejera o , simplemente, de compañía.

¡No me equivocaba en mis presunciones! Nuestro encuentro y posterior compartimento fue tan agradable y provechoso para mí en el sentido de “aprender” de esta mujer especial, que en un dos por tres estábamos hablando “por los codos”, compartiendo experiencias, y hasta haciendo planes. Entre un te y un trozo de torta hablamos de mil cosas y el entusiasmo hizo que nos separáramos mucho más optimistas en cuanto a todo.
Más tarde, y revestida de sus bendiciones, llegué hasta el lugar de la lectura. Lo que pensé sería una sencilla reunión de poquitas personas, se transformó en un encuentro llenito de gente y en una atmósfera que se fue definiendo minuto a minuto hasta quedar límpida y grata. Un abrazo “a concho” de mi amiga Lichazul me dio la bienvenida y el resto…pura poesía, elucubraciones en torno a la palabra del poeta y…abrazos, abrazos especiales en torno a una mesita llena de “cositas ricas” para celebrar. ¿Qué más se puede pedir a la vida en un momento así? Nada. Tan sólo que se repita, y que ese “alguien especial” que rige (o por lo menos causante de..) nuestros destinos nos agudice la percepción para que cada vez más podamos darnos cuenta de cuándo sucede un suceso así.
¿Mi lectura? Eso ya es secundario. Como testimonio algunas imágenes ilustran estas palabras que sí son la causa de esta atípica publicación.

Fotografías gracias al apoyo de Lichazul.



Amanda Espejo
Quilicura /Junio /2011