Ellos no vuelven,
madre.
Envaran el cuello
y jamás retornan a la huella hendida.
Nunca titubean
una vez lanzada la semilla al surco.
Tercos e incapaces
de mirar de frente al “error” en vivo,
no admiten la causa
ignoran el nombre
niegan apellido.
Y acaso...
llegada la hora del suspiro último…
¡Malditos!
Ellos no enmiendan, madre
contraído el puño, se muerden la lengua
antes que llamar al
hijo.
Amanda Espejo
Quilicura/Julio -
2015
Querida amiga Amanda, un bello y conmovedor poema, felicitaciones, besitos de Marianela.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, amiga. Le cuento que esto es un cruce de pensamientos: ayer leí (a la rápida) un poema suyo que me encantó. Volveré para disfrutarlo como se debe.
EliminarAbrazos.
Mi querida Amanda, qué fuerza en tu poema, y qué mensaje tan certero y profundo usando las palabras precisas para sugerir.
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo
Juany Rojas
Verdad, este poema es verdad y cuando los domingo faltan aquellos que debiesen estar, más el domingo se nos hace presente.
ResponderEliminarBello como una tarde de globos.
Pablo