Digamos…soy
esa:
la que se
moja el cabello para peinarse “al dedo”,
la que no
dice “blanco” cuando le parece “negro”.
La que teje
palabras con paciencia infinita
y atesora
-las más de ellas- por un exceso de amor.
La misma, la
“huacha”,
la que
creció silvestre rodando por la ladera.
(Pequeños
los pies desnudos corrían junto a la acequia).
La que entona
mientras rebana las papas,
sueña al
sazonar el guiso y gruñe al lavar los trastos.
La que
tiende su cama, la que barre las hojas
la que aún
usa tetera pues desconfía del hervidor.
La que pare
sus crías en vivo,
(la que
lame, la que mece, la que acuna)
las que
lleva para siempre en medio del corazón.
La que
escribe en papeles que regala al viento.
la que a gusto, pies en tierra,
grita el
poema que le dicte la sangre.
La que
busca, la que observa, la que anhela
ese algo
intangible y esquivo que nunca llega.
La que hoy
hace mil planes y olvida la mitad.
¿Yo?
Yo soy esa, la que resguarda, celosamente
un secreto atávico
guardado entre las piernas,
empeñada llegue
el día… ¡qué porfía!...
todo tenga
algún sentido
y aparezca
el elegido que lo sepa develar.
Amanda Espejo
Quilicura / enero - 2016
Hermoso poema, me encantó. Te mando un abrazo de luz.
ResponderEliminarGracias por tu abrazo. Te lo correspondo sinceramente. Un beso.
EliminarAh... timpo que no leía algo que no fuera estudio y trabajo... hace tiempo no sentia lo que tu poema logró...
ResponderEliminar- Esa verdad de muchas y a la vez sólo tuya!!! - Me recuerda a mi madre; a mis difuntas abuelas barriendo la calle a las 7:30 am un día sábado, al olor a cazuela en la cocina a las 10:00 am mientras sonaba el pito de la tetera hirviendo el aguan con la cual me harían el te.
Saludos.
Cristofer.-
Agradecida de tu visita, lectura, y contenta de haberte evocado a tu madre. Un orgullo. Tal vez lo que busco (fuera de reconocerme en mis escritos): provocar identificación en los lectores.
EliminarSaludos.
fantástica !
ResponderEliminarLinda tú! Un beso, y hasta la próxima cita.
Eliminar