Algunos libros de Marta Luna |
Presentación del libro SEMILLAS DE ESPERANZA,
de Marta Luna.
Un buen fruto, sin duda, han de dar estas Semillas de
Esperanza, de Marta Luna, cuando se esparzan sin censura sobre tierra fértil. Y es que su siembra, siempre amorosa, conlleva
en su riego temas más que sensibles para la sociedad de hoy, los cuales, a
través de relatos breves y concisos, consiguen prendar el corazón de quienes
nos aventuramos en su lectura.
Sabiamente presentados en cuatro partes o capítulos que nos
sugieren la línea de vida de la autora,
sus textos nos enseñan cómo es de necesario detenerse en medio de la
vorágine diaria para abstraernos a lo cierto, a lo valedero, a lo que realmente
importa para el alma de todo ser humano: esto es el Amor y Respeto a la Vida y
a nuestros semejantes.
Es así que por medio de Vivencias y Cartas, nos adentramos
en el alma de una persona -a mi parecer-, excepcional. Alguien a quien no
avergüenza para nada mostrar sus emociones, sentimientos, dones y falencias,
propios de todo ser humano. Marta Luna es una mujer “normal”, pero nos resulta extraordinaria
en un presente en donde el individualismo, la ambición, el cinismo y la
indolencia, junto a la hipocresía y los miles de rostros que ésta nos
proporciona, nos impiden ver quiénes son realmente los que están frente a nosotros.
Vivencias I, la primera parte de este libro, nos entrega una
visión de la niñez intacta, a pesar del camino recorrido. Una a una sus
remembranzas caen sobre nuestro raciocinio
como verdaderas gotitas de entendimiento por medio de un narrar que
mantiene intactas las sensaciones propias del alma infantil, la de antaño. Frescura, inocencia, sencillez de la palabra,
son las herramientas con las cuales nos transmite sus recuerdos Marta Luna, y
al hacerlo consigue que nosotros nos convirtamos en protagonistas de sus
vivencias.
Por ejemplo: es fácil recordar nuestros primeros engaños en
el texto “La compra de jamón”. ¿Quién no sacó alguna vez alguna tajada del
sabroso encargo? Yo sí, y el recordarlo me pareció delicioso. También el retornar al tiempo de los valores
(asunto tan postergado e incluso
desechable en nuestro tiempo), de las cosas que importan, las cuales
recuperamos de un sopetón en “Caminando por el tejado”.
El destierro, ya sugerido en “Colonia escolar”; el positivismo
innato de “Primera siembra”; la tierna ingenuidad de “Sombras chinescas”; El
despertar a la adolescencia, en “Galope por la alameda” y, sobre todo, la
noción temprana de la pobreza, velo que se mantiene intacto de relato en
relato, junto a la férrea unión con la madre, nos conmueven el alma con unas
vivencias ajenas que bien pudieron ser las nuestras.
Una infancia con ese nivel de percepción, no podía sino
haber forjado una mujer hecha y derecha, consciente en toda su amplitud. Ella
es la que nos narra en la segunda parte de Vivencias, instantes posteriores que
han quedado grabados en su memoria con toda su significancia, reforzada ésta,
con el fino hilo del amor a Dios.
Dicen, los que saben, que los desbordes de Amor son
necesarios para que este pueda seguir fluyendo.
Una vez en las manos, las cartas de Marta Luna… hay que creerlo, porque
de ello se tratan precisamente estas “Cartas”: son desbordes de Amor. Del amor primordial para todo ser humano: el
Amor a Dios, y como consecuencia lógica,
a sus semejantes.
A todos y a cada uno de ellos es que ella escribe misivas
espontáneas que fluyen desde el fondo de su corazón y que la distinguen
claramente del promedio “ser humano”. ¿Exagero? Para nada. ¿O es que a usted se
le ha ocurrido escribirle, por ejemplo, a quienes están por nacer? Varias
cartas de este rasgo conforman la
tercera parte de este libro, las cuales nos muestran una Marta Luna conmovida,
en primer lugar, por la llegada de una vida nueva, por la alegría que ello trae
(o debiera traer). ¡Albricias!, ¡un ángel ha decidido venir a la tierra! Y en
cada carta, la alegría de Marta se
manifiesta con nombre, raza y detalles que le distinguen para hacerle un ser
singular. Sin embargo, también en cada una de ellas la autora deja traslucir el
miedo que le causa esta Tierra-Mundo de hoy. Tristes advertencias deja salir de
su pluma a cada uno de los “por llegar”, mas, al final, prima en su alma la
felicidad por el milagro del nacimiento y los insta a venir a esta vida colmada
de entusiasmo: “¡Orgullo de la raza, ven! ¡No tardes! ¡Apresúrate! ¡Te
amamos!”.
Finalizando esta entrega, en la segunda parte de Cartas nos
comparte otras esquelas, ya reflexivas, extasiadas, agradecidas o en el límite
del reproche; meditabundas a veces, hasta coronar en un poema largo: “Carta al
lojano”, que recrea en cada uno de sus versos, rimas y estrofas, la dramática historia de un “mal amor”, ratificando con
ello la importancia de los opuestos en todo concepto.
De punta a punta. Un crisol de Amor es esta entrega que hoy
nos hace limpiamente Marta Luna. Y también así, de comienzo a fin, es que hoy
les convoco a recorrer sus páginas y a impregnarse con la vibración de su tono.
Amanda Espejo
Editora y codirectora
de Revista La Mancha
Quilicura / Diciembre
- 2013
Estimada Amanda, intuyo que éste, es un libro "redondo": bellísima portada y contenido prometedor, como registra tu prólogo. ¡Dan ganas de leer a Marta Luna!
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