miércoles, 5 de febrero de 2014

CUANDO NO SE PUEDE ESCRIBIR DE OTRA COSA



CUANDO NO SE PUEDE ESCRIBIR DE OTRA COSA


Por Rosa Inés Villalobos Álvarez

asesinada en Chile el día seis de febrero, 2014




Es aceptado entre quienes escriben, que el rigor de la práctica es algo necesario para ir dando peso al trabajo de cada cual. Para ello, aconsejan – o aseveran- se debe dedicar cada día un tiempo definido  para realizar esta labor, la que puede fluir en la forma que sea, prosa o poesía, el asunto es ejercitar.  Hay quienes consideran indispensable para ello la complicidad de “las musas”, o sea, la presencia de nítida de la inspiración, vista ella, como un estado especial del espíritu y los sentidos. Correcto. Unos y otros por mi parte, tienen razón y me pliego a sus planteamientos como una más del gremio. Sin embargo, quisiera que alguien me explicara qué se puede hacer cuando no es posible escribir el tema que se quisiera porque este es, sencillamente anulado por el peso de lo real:  lo que ocurre en el gran libro de la vida.


Traigo esto a colación porque, últimamente, se ha hecho casi una moda que los escritores o artistas se sumen, a través de su obra, para manifestarse a favor o en contra de algún tema o posición ideológica  en general. Por ejemplo: a la NO violencia, a la No discriminación o  a las demandas sociales, ambientales, reivindicativas y compensatorias que a todos nos  conciernen de una u otra forma. Bien por ello. Si es lo que les dicta su conciencia, es lo que DEBE ser. Sin embargo, muchas veces (más de las que quisiera) me encuentro pensando de cuánto sirve todo aquello. No pretendo hacer una crítica, no, y admito haber colaborado gustosa  con alguna causa mundial a través de un escrito y con la mejor de las intenciones, pero…el caso es que no basta, no, no y no. No basta, y  solemos  balancearnos en el límite intangible en que el loable incentivo original pasa a ser no más que un acto de lucimiento, casi fatuo y de nulo resultado.


Es entonces cuando  debiéramos  optar por no insistir con esos temas y seguir escribiendo lo que se nos da mejor: poemas, cuentos y hasta novelas que, sin tanto riesgo, nos hagan capturar de un modo menos crítico la atención de los deseados lectores. Mas… ¿qué se puede hacer cuándo a pesar de todos nuestros intentos no se puede escribir de otra cosa? ¿Cómo impedir que lo cotidiano no nos afecte? Más aún: ¿cómo dar vuelta la espalda y sentarnos a divagar en las enseñanzas de tal o cual autor cuando el mundo se desmorona a nuestro alrededor? Difícil.

Lo confieso: para mí ha sido imposible esta semana después de abortar tres, cuatro, cinco y más intentos de seguir con el trabajo proyectado anteriormente, a causa de lo ingrato que puede ser el dedicar una hora al día a ver el noticiero.

Tres, cuatro, cinco y más puñaladas fueron las que recibió en el cuerpo Rosa Inés Villalobos Álvarez (56 años), el día seis de febrero, de manos de su conviviente: un hombre de 54 años que además intentó matar a su hijo de 13 años y que no presentaba signos de arrepentimiento al verlo esposado en el noticiero de TV-, convirtiéndose en el tristemente célebre autor del sexto femicidio de nuestro país en lo que va de este año que recién comienza.



Es que ya no hay vergüenza en esta sociedad. No hay vergüenza, valores, compasión por el “otro” ni respeto a la vida. No existe un comportamiento que pueda llamarse “humano” en el día a día de tantas personas que se muestran como verdaderos depredadores de la especie. No hay una admisión de CULPA; no hay CONTROL; no hay VALORACIÓN ni del mismo sujeto, pues, si lo hubiera, no se rebajará a tales niveles.

¿Y de quién es la culpa?

Es en este punto cuando la problemática se dispersa en un ir y venir de declaraciones, responsabilidades y estadísticas que no sirven de nada. NADA. Como tampoco sirve de nada -aunque duela reconocerlo- , todo el esfuerzo del SERNAM* en el gobierno que fuere; ni de los jueces (que aplican según las leyes); ni de los legisladores( que no hacen lo que deben); ni de las policías que no dan a basto y, en algunos casos, no actúan como deben por causa de un viejo resabio machista que les nubla la mente.

No se puede esperar que por cada denuncia haya un policía de punto fijo en la puerta de cada posible víctima para evitar los ataques. Menos se puede esperar que la cura a este flagelo provenga de un solo lado. No, la tarea es enorme, y el empeño debe venir de cada hombre y mujer responsable. Para ello, soy una convencida de que se debe comenzar en la crianza, infundiendo en cada niño o niña el convencimiento de su valor como persona y la obligación de respetar para ser respetado. Una madre que pare hijos de manos sexos no debiera hacer diferencia entre uno y otro, demostrando con ello la igualdad imprescindible para la buena convivencia de ambos sexos. Un padre que tiene hijos e hijas, no debiere excederse nunca en el irrespeto hacia su compañera, ya que con ello predispone una comportamiento violento en su hijo, y la aceptación de la humillación por género de su hija.

Mujeres (y me arriesgo con esto): no se saca nada con flamear banderas feministas por parques y avenidas si en su vida personal aceptan la sumisión por sus compañeros o compañeras. Aquí la batalla es común: no va con la intención de avasallar o denigrar a un género o a otro, sino, encaminada a propiciar el aprendizaje mutuo por el bien común, el interactuar respetuoso, las relaciones que incentivan y enaltecen a quienes las practican. Todo intento y aceptación de violencia hacia el compañero o compañera, es indicio de un génesis podrido, el que no se puede camuflar con “carrete”, buen sexo o regalos caros. Nadie es dueño del otro. No debemos ser “mascotas” de nadie; somos seres humanos, imperfectos, lo sé, pero de eso se trata el tránsito por esta vida: de intentar pulirnos, de demostrar que, de la forma que sea, fuimos merecedores de pasar por este mundo y nuestras huellas así lo demuestren. ¡YA BASTA DE INVOLUCIONAR! El camino está al frente: transitémoslo con las manos limpias.



Amanda Espejo

Quilicura, 8 de febrero – 2014




*SERNAM: Servicio Nacional de la Mujer.


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3 comentarios:

  1. Eduardo Embry Morales8 de febrero de 2014, 4:08

    Amanda Espejo: Te felicito, es una muy buena campaña de defensa de los derechos de la mujer a ser respetada en todos los espacios sociales, además, de exigir que en el mundo laboral se le dé igual trato que al hombre.

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  2. Amanda querida, me parece que ocupar la poesía en temas contingentes, además de lo que uno escribe dictado por sus musas, es una buena ventana, la poesía es un buen medio llegar directamente al corazón de los hombres, visto por mí de esa forma es un espacio
    más que puede conducirnos a la luz.
    Un abrazo enorme.

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  3. Felicidades Amanda, tus palabras aterrizan en la reflexión humana, un abrazo infinito.

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