ENEMIGAS
Me decía
que era linda, que mis ojos, que mi porte, que no parecía de trece años.
Elegía mi
ropa, cepillaba mi cabello, me peinaba con cintillo y me compró mis primeros
zapatos de medio tacón. Insistía que no lo contara nada a “la otra”, que yo era
su favorita, que él tenía dos esposas.
Un día,
mientras hacía mis primeros intentos en la cocina, me abrazó por detrás, me
tomó la cintura, me dio vuelta, y vi sus ojos cerca, muy cerca, antes de que me
pincharan los pelos de su bigote en la cara
y algo mojado entreabriera mi boca.
Que no
dijera nada, decía, que era nuestro secreto.
Sólo cuando
al tiempo lo vi haciendo lo mismo con mis dos hermanas menores, comprendí que
mi madre no era mi enemiga.
Amanda
Espejo
Publicado en "¡Basta! de 100 mujeres en contra de la violencia de género"
INCUMPLIMIENTO
Es que ese
no era el trato. Haz memoria…Desde un principio te conté todo, compartí contigo
todas mis penurias. ¿Qué dijiste tú? Que ellos no sabían nada de nada, que
nunca serían nada más que unos “macacos” en dos pies. Entre nosotras sería
diferente, aseveraste. Juntas seríamos partícipes de los grandes cambios por
venir. Te creí. Eras tan convincente y reconocida por tus ideales que te adoré.
Nos besamos desafiantes en el metro y marchamos gritando a dúo por la igualdad.
¿Qué no te gustó entonces? Algo entendí mal,
porque de pronto, fuiste dejándome atrás. Tú eras la brillante, la “cojones”, la digna
de admirar. Yo la proveedora del día y sometida en la cama. ¿Cuánto tiempo lo
aguanté? Déjalo así. Lo lamentable es que cuando ellos te encuentren, te van a
poner un número en el pecho y vas a ser
parte de esa larga lista que tanto odiabas.
Amanda
Espejo
Quilicura /
Noviembre /2011
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