Silba el otoño una canción
de aliento frío
llevándose tras de sí
las prendas últimas de los
árboles
de aquellos, los
despojados de cada invierno.
Marañas desnudas se agitan
al viento
en un gesto involuntario
de ellos,
los eternamente anclados
a la tierra de sus raíces y al vaivén del elemento.
Besa el otoño con un roce
suave de nostalgia
e imprime sobre mis labios
añoranzas tristes de un
pasado
de aquellas, las
sepultadas en la memoria,
que no se nombran pero
persisten
en un temblor escondido
de ésta,
la eternamente engrillada
al huerto de tus palabras y
al capricho de tu acento.
Muere el otoño y con él
muere la espera
de algún milagro
extraviado
en los senderos del cielo.
De aquellos, que hacen
pensar que la vida
puede tener un sentido
y algo más llamado
“nuestro”.
De estos,
los por opción condenados
por los lamentos del alma
y los sentidos del cuerpo...
...Nosotros, los por azar
designados
a vivir no más que un
intenso poema
y a morir, con el soplo de
este invierno.
Amanda Espejo
Quilicura / Mayo / 2005
Un canto a esa estación intermedia, tantas veces enemiga del amor.
ResponderEliminarFinal de culto.
Abrazo.
Hermoso
ResponderEliminar"Besa el otoño con un roce suave de nostalgia
e imprime sobre mis labios
añoranzas tristes de un pasado"
que profundo me llego al alma...
saludos
Un poema muy bello, un consuelo para este tiempo.
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