miércoles, 20 de febrero de 2019

Poema INFAME






Hace ya unas treinta lunas, te pensé y lo dije: infame.

Desde entonces, cada año tiro una piedra al pozo

(sistemática porfía)

por desprenderme de ti.

Cúmulos de dura roca te sepultan bajo el agua.

Lisa está mi mano, alba mi palma

libres mis dedos de cada letra que te nombra.

Triste, cansada memoria se niega a redibujar tu cara.

Aun así, cruel ameba

buscas la forma de reproducirte dentro de mí.

¿No te bastó nuestra historia?

“Para muestra, un botón”

Entre miles sonidos de la Tierra

a todo su largo y ancho, alguna vez desearía

rencontrar el timbre de tu voz.

No por las viejas palabras

no el susurro

no la dulzura

(ni el quejido)

sino, para exigirte, infame

prontamente te marches de mis sueños.

Deja de colarte bajo el párpado.

Deja sin andar mis ambiguos senderos,

íntimos vericuetos que no llevan a lado alguno.

Inconsciente, ¿qué pretendes?

¡Está guitarra está rota!

Cada una de sus cuerdas enredóse en mi cabello

Con cada dolor, cada angustia, cada corte

centímetro a centímetro, fue quedando en el camino.

Si lo pienso                       entonces

inexplicable resulta encontrarte a la hora de las ánimas

cuando la voluntad pierde su esencia

cuando la ira dormita a la luz de media vela

cuando tu roce, intangible (e infame)

enciende súbitas alarmas de miedo

y al aire pesa…pesa…se espesa

mientras el deseo boquea, agonizante

condenado pez, retorciéndose,

sobre las arenas de una playa de un mundo sin nombre.







Amanda Espejo 

Quilicura, febrero - 2019




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