jueves, 29 de agosto de 2013

MANIFIESTO DE UNA POETA SIN VOZ













A quien atañe:

Pídanme cualquier cosa, excepto que lea
que de tanto escribir, he quedado sin voz.
Ésta que ven, la “apenas”, vive partida
mientras la otra, la “plena” el habla  le robó.
Se la quedó en alguna noche antigua
cuando, seducida por extraños juegos de amor
decidió no crecer
y permaneció así, extasiada
cantando al viento sus sueños
completamente desfasada en el tiempo
sin que ésta, la eternamente “dócil”
pueda hacer nada para disuadirla.

¿Cómo hacerlo si “terquedad” es su nombre?
 No es como yo: es la otra, la impaciente.

Con un gesto entre desprecio  y asco
ha vuelto la espalda a los espejos y, despectiva
los ha declarado obsoletos.
¡Menos le pidan que se reconozca en faz alguna!
No acepta otro reflejo que la cascada fresca de su risa
y los ardores súbitos de su piel.
Con ello le basta y sobra para vivir
Inagotables historias de aire y fuego.
Por eso les repito,  no me pidan que lea:
no tengo alas para remontar el vuelo.
Soy la “estable”, no hago más que escribir
es ella, la “impredecible”, quien debe hacerlo.

Si es que pudiese detenerse un momento
y abrir su mente a la realidad…
si escuchase algo más que su propia voz
y cesasen  de pronto, sus cabriolas sin destino
sus locos brincos de luna a nube, de nube a sol,
entonces, si me viese y retornase a mí
tal vez, sólo una vez, quisiese prestarme mi voz...
Mas, mucho temo enfrentar ese momento,
no vaya a ser que cuando abra sus ojos
y se reconozca en ésta, la “aceptada”,
ella, la “temida”, muera de desilusión.

Y si así fuese, me puede alguien decir…
¿cómo podría yo seguir respirando sin ella?




Amanda Espejo

Quilicura, 2005

(Versión corregida)

3 comentarios:

  1. Querida Amanda
    Me ha hecho vibrar tu poema, reconozco tu voz y el eco de tus palabras surcando de magia la atmósfera, un abrazo cálido,

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  2. como seguir respirando sin ella ... genial !!!
    me gusta mucho !!!

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  3. Qué buen poema. Siempre hay varias personas dentro de nosotras mismas.

    Has expresado muy bien esa dicotomía interior.

    Un fuerte abrazo
    Ana

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