ÁNGELES
¡Ángeles, necesito ángeles!
Exactamente como lo oyen:
aquellos seres alados que nos guardaron de niños.
En cantidad moderada:
no más de cuatro o cinco,
no es cuestión de avaricia ni de exigir privilegios
sino, de urgencia y carencia.
Eso sí, no me sirve cualquiera:
quiero a los paladines de las virtudes postergadas
o simplemente desechadas,
ante lo incómodo de amar.
En primer e irrevocable lugar
quiero al de doble dádiva:
Tolerancia y Aceptación,
pues estas marchan tan unidas
como el andar de las piernas,
“que no avanzare una sin el empuje de la otra”
Un empezar de pasos débiles y luego,
con tranco seguro a ganar la primera meta:
la de la propia aceptación.
Y que le siga entonces
aquel que nunca descansa:
el de la vibrante Motivación,
tan vivaz e inquietante como el escudo que porta,
pues, “menos nada se hiciere”
sin el impulso del hacer .
Y no hubiere consecuencia
si no surgiere el motivo en contrapunto a la inercia.
Y ya se viene... (se acerca)
el de todos más valiente:
lleva el logo de la Entrega
bordado sobre sus pendones
a modo de hacerse ver por sus varios enemigos:
el don Miedo y sus criadas,
las eternas Desconfianzas
que no hicieren mella en nada
si no hubieren tambaleado las instancias del creer.
Tras el surco de sus pasos
va sembrando el cuartogénito:
porta en sus dedos la Reciprocidad,
virtud tan escasa de ver como agradable de recibir.
Que no se diere ni un solo beso
sin el anhelo de la correspondencia,
y esta misma, allí muriere si no naciere lo recíproco.
¡Bendición entre bendiciones!
Por último... (si es posible)
quisiera ser señalada
por el de inagotable Asombro.
Que no ha de mirarse en menos
virtud que aparenta sencillo,
pues, no hubiere acontecimiento
ni por virtuoso, ni por perverso,
que causare con sus efectos sobresaltos al corazón
si no los viere primero
la muda admiración de sus ojos.
Ángeles... ¿será que sí existen?
Según la sabiduría popular
“La necesidad crea el órgano”,
por consecuencia, (quiero creerlo)
voy a esperar esta noche con le fé que dan los ensueños
y a mi lado, sobre la almohada
descansará esta plegaria en una hoja de papel.
Porque... ¿quién puede saberlo?
Tal vez, también entre-sueños
pueda encontrar yo una respuesta,
cómo antes, ¿porqué no?
cuando amparada por la inocencia
era capaz de sentir...los secretos
que a mi oído susurraba
un invisible amigo celestial.
* Aquí, en este texto, quise usar un lenguaje clásico, como complemento al tema y para ampliar la capacidad de expresión.
Amanda Espejo
Quilicura, 5 - 8 - 05
logrado texto Amanda
ResponderEliminarFELICITACIONES POETA!!!
los ángeles están entre nosotros
aunque nosotros
no siempre le hagamos un lugar
en nuestro andar terreno
besitos de luz
Congratulaciones por este delicatas poemas.
ResponderEliminarDaniel D. Peaceman, escritor y editor de la revista El Horizonte Literario Contemporaneo
E-mail: drgdaniel@yahoo.com