LA BELLA
La súplica masculina retumbaba, lastimera, en cada ángulo del cuarto.
- Te juro que no fue nada. Nada más que un juego estúpido que, te lo juro, no tiene nada que ver con lo que siento por ti, ¿cómo podría? Tú eres mi vida, mi todo. Sólo tú, mi niña bella.
Entonces ella, la más entre las altaneras, la por lejos más deseada, la fantasía recurrente, de mente, la pensada en cueros, la imaginada, la saboreada, la masticada, la olfateada a leguas por el macho en celo, la soñada despierto, la degustada a tajo abierto, la que nunca supo de un rechazo ni menos de un traición, supo que...no podía darse el lujo de otorgar perdón.
Su índice señaló la puerta, su mirada buscó un rincón. Oído atento. Hasta perder el último paso culpable del nombre que se tragó la noche.
Segura a solas, y sólo por si acaso, quiso llorar.
Amanda Espejo
Quilicura, 7 – 9 - 2009
Quilicura, 7 – 9 - 2009
Este texto nace por un ejercicio literario que realizó mi amiga Elisa Alcántar, consistente en usar la frase " por si acaso, quiso llorar " y que yo quise experimentar. Obviamente, aquí no puedo usar mi propia imagen.
querida amanda
ResponderEliminarte quedó super bien!!
como diría el profe, cumplió con la exigencia
hay personas que nunca perdonan las traiciones,pero yo me pregunto, y si la persona que lo hizo está realmente arrepentida y ya ha sufrido por ello, quien es uno para no dar otra oportunidad?, una sóla , tampoco quiere decir que se ponga la mejilla a cada rato :=)
todos erramos en la vida, y a veces traicionamos o nos traicionan, o lo que es más penoso la traición a uno mismo , de nuestra propia esencia, quizá esa sea la única y la más tirana de las traiciones.
besitos de luz
acá dejando huellitas