Amable, compasiva
la noche extendió su brazo
desde tu alma a la mía.
y henos allí, desnombrados
sin argumento alguno
compartiendo fantasías
con los ojos bien abiertos, inmersos
en el plano de lo NO real.
Mundos paralelos fantasmagóricos
eso siempre hemos sido.
En contrapunto, moneda de cambio
se nos otorga el consuelo de los sueños
y la corta vida que ellos albergan:
¡gozosa aventura mágica!
el revés del dolor
el consuelo, la risa-llanto.
Esa implosión que acrecienta
hasta el mínimo latido… es
un estirar del brazo
el alargue de los dedos
un agarre de cintura
y ese vaivén que nos mece
desde lo bajo a lo alto
por toda la geografía.
Texturas.
Sabores que se entremezclan
de lo dulce a lo salado.
Una extraña melodía
sin palabras, comprendida
es la que colma el oído y el deslizar de las horas.
¡Duérmete!, y duérmeme toda
que aún no trinan las aves ni ululan las sirenas.
¡Ay, noche!
Solo en ti no existe el día ni la amargura que implica.
¡Qué verdugo el despertar!
Amanda Espejo
Quilicura / noviembre - 2016