jueves, 25 de abril de 2013

ACERCA DE SUSURROS QUE GRITAN









ACERCA DE SUSURROS QUE GRITAN


(Presentación para el poemario de Olga Sotomayor)


Recuerdo que lo primero que me llamó la atención del trabajo literario de Olga Sotomayor, fue el título elegido para su libro: SUSURROS QUE GRITAN. La paradoja implícita en el título me hacía dudar del porqué y de qué se trataba. ¿Un recurso literario?¿Un simple juego de palabras?¿Una antítesis pensada para resaltar?  Reconozco que suelo ser obsesiva en cuanto a responder mis interrogantes, a pesar de ello, no me animé a preguntar nada, sino, opté por  esperar hasta  tener el manuscrito en las manos. Ese momento llegó, y con él, lentamente, a medida que recorría los textos que lo componen mis dudas se disiparon. Efectivamente se trataba de susurros, temas que por su delicadeza o intimismo han de ser depositados amorosamente en el oído del receptor. Sin embargo, en cada nuevo poema o escrito, subyacía, innegable, un grito de ansiedad,  de ahogo y hasta casi frustración por no poder gritarlo, literalmente, a los cuatro vientos.

De vientos y brisas rememorativas se trata también este libro, y circulan entre sus páginas todo un cúmulo de emociones que la autora ha ido recolectando, dedicadamente, en cada estación a lo largo del camino de su vida. Aquí no hay nada que no lleve, indeleble, el sello de lo femenino en su más fresca versión. No existen afeites, disfraces o figuras  literarias que puedan maquillar lo que fluye desde lo íntimo de la autora, y eso mismo se convierte en el mayor atractivo de esta obra: aquí ella ES. Y lo escribo así, en mayúscula, como respeto a la valiente desnudez con que ella se presenta ante nosotros.

Una Olga aún niña, indiferente al tiempo y sus fracciones, es la que, volviendo la vista hacia lo pretérito, busca al ausente y le susurra este Retrato de un Familiar:

“Tú debieras ser mi modelo de hombre. Lo que quizás tendría que haber buscado en mis parejas...o lo que no.
Tú me habrías aconsejado frente a hombres inapropiados, advertido frente a cínicos de primera, ahuyentando a donjuanes por doquier.
Tu deber era educarme, criarme, enseñarme y orientarme en el largo o corto camino de mi vida”.

Y este verso que, en mi opinión y  gracias a su simplicidad, logra conmover sin aspavientos:

“Te correspondía llevarme e irme a buscar a las fiestas”.

Yo no sé -ni me gusta debatir- de si hay o no literatura tildada de femenina  frente a la masculina, pero en esta ocasión, me inclino a creer que sí, pues nadie como una mujer es capaz de volar y detenerse en los puntos claves de la emocionalidad, más grave aún: atreverse a compartirlos. Y es allí donde surge el GRITO, ronco, casi gutural a consecuencia del enfrentamiento temprano con la muerte, pero persistente y valiente en cada perspectiva. Oscilante, cambiante, hasta derivar en despreocupados gorjeos que alaban La Maravilla de la Vida:

“Graciosa, cantarina y apabullante.
Estridente, rápida y estrepitosa (…)
(…) La risa es el espíritu que habla”.





Alegría, Tristeza, Nostalgia, Orfandad, Incredulidad, Dolor, Ingenuidad, Picardía y hasta Frivolidad. Todos estos “personajes” transitan en el libro de Olga sin un orden definido, sin nada pactado, como no sea servir de reflejo a la vida misma. Tal vez por ello (me atrevo a pensar) la autora escoge el formato cartonero para presentar su trabajo.Nada más apropiado:  exponer la belleza de lo simple sobre material reciclado, es decir, con “otras vidas” a cuesta. De este modo, aquellas  se mezclan y complementan con las vivencias de Olga en una perfecta simbiosis de vida, muerte y renacer. ¿Qué mejor exorcismo para derrotar el lado oscuro? La vida, en su sabiduría, nos pone en las manos formas o herramientas que, si las sabemos visualizar y usar, serán parte clave de nuestra evolución como seres humanos.
Quienes lean este libro se encontraran con las múltiples “caras” de una mujer que lucha por llegar a la esencia de sí misma, para  una vez reencontrada y reconocida, pararse frente al mundo con el valor de la certeza: “Esta soy yo. Pueden amarme o no, pero estoy aquí, me llamo Olga y me reconozco y acepto  tal como soy. Te invito: ¡Ahora te toca a ti!”




Amanda Espejo
Quilicura / abril - 2013








4 comentarios:

  1. Gracias, gracias, gracias por tan bonitas, lindas, sentidas y especiales palabras que guardaré como un tesoro en mi corazón. Abrazos cartoneros por montones

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    1. Gran parte de todo lo escrito está creado por ti, por tu forma de ser y modo de enfrentar la vida. Tú pusiste la materia. Yo las palabras. La vida, la oportunidad de juntarnos para que esto fuese posible.

      Abrazo!

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  2. Me gustaron tus palabras Amanda, dan ganas de escuchar los susurros. Pienso que el susurro tiene la misma potencia que el grito, la voz que va hacia lo más interno de tu oído, de hecho, el susurro implica mayor atención por lo fino.

    Felicidades.

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    1. Reyna
      Acá puedes leer los Susurros

      http://www.librosdementira.com/libro/detalle_libro.php?txtid=849#/0

      ¿escucharlos? es más difícil, pero no imposible. Un abrazo

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